★★★
Chimo, un chaval de un barrio alicantino, lleva desde muy pequeño sufriendo el acoso de El Rubio, otro adolescente de la zona. Un día, inesperadamente, las tornas cambian, y Chimo toma conciencia de que, por vez primera, podría dejar de ser víctima para por fin convertirse en verdugo. Las interpretaciones de Christian Checa y Hugo Welzel, tan explosivas como, llegado el momento, conmovedoras, son el principal valor de Enemigos, una película de aroma quinqui que funciona con mayor soltura en su vertiente naturalista que cuando abraza lo metafísico y se quiere trascendente. Es precisamente al aspirar a tornarse parábola con moraleja cuando el relato (siempre, eso sí, entretenidísimo) se ve afectado por un cierto melodramatismo algo efectista, cuestión a lo que tampoco ayudan una serie de decisiones formales que no terminan de cuajar (la inclusión del rap y de la cultura hip hop en la película se perciben ligeramente impostadas). Con todo, y pese a terminar resultado algo naíf, Enemigos, primer largo de ficción que dirige en solitario el documentalista David Valero (Los increíbles, 2012; La vida más larga, 2021), es una fábula cuidadosamente escrita y dirigida con suma destreza sobre la importancia de la empatía, el perdón y las segundas oportunidades.
© REPRODUCCIÓN RESERVADA