Crítica ‘Hundreds of Beavers’ (Festival de Sitges)

Crítica 'Hundreds of Beavers' (Festival de Sitges)

★★★★/★★★★★

En Hundreds of Beavers, filme que forma parte de la sección Noves Visions del 56 Festival de Sitges, el slapstick del cine mudo (de Chaplin a Lloyd) se da cita con el estilo cartoon de los Looney Tunes y Bill Plympton y con los códigos visuales de los clásicos videojuegos de plataformas (de Super Mario a Crash Bandicoot) para poner en imágenes la historia de un desdichado vendedor de aguardiente de manzana que debe hacer frente a los cientos de castores que han terminado con su imperio.

La ópera prima de Mike Cheslik, productor, guionista, montador y artista de efectos visuales, es un prodigioso y divertidísimo artificio que rebosa artesanía e imaginación formal y funciona a "gag visual" por segundo (aquello que Manuel Garín definió como “una forma que hace (posible) reír mediante un desarrollo equívoco de imágenes en movimiento” en su ensayo El gag visual: De Buster Keaton a Super Mario, muy pertinente aquí), obra de un cineasta debutante que demuestra haber comprendido a la perfección las formas y mecanismos de la comedia física.

Más meritorio si cabe es lo bien que Hundred of Beavers se las apaña, teniendo en cuenta su estructura narrativa cíclica, para esquivar el tedio, apostando por la repetición de elementos, situaciones y escenarios con ligerísimas variaciones que, escena tras escena, contribuyen al enriquecimiento y la evolución del relato.

Quizá lo único cuestionable del conjunto sea lo extenso de su metraje, algo que, sin embargo, acaba siendo más que perdonable gracias a un sublime último acto que es puro absurdo, genial descacharre, deliciosa hilaridad. Una joya.

Lo mejor: Su capacidad constante de inventiva.

Lo peor: Su ligeramente excesiva duración.

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