Crítica ‘La habitación de al lado’ (Festival de Venecia): Almodóvar se muda con Tilda Swinton y Julianne Moore

Tilda

★★★/★★★★★

Por Davide Stanzione

Ingrid (Julianne Moore) y Martha (Tilda Swinton) fueron amigas íntimas en su juventud, cuando trabajaban para la misma revista. Desde entonces, Ingrid se ha convertido en escritora de novelas semiautobiográficas, mientras que Martha es reportera de guerra y, como suele ocurrir en la vida, han perdido el contacto. Llevan años sin saber la una de la otra cuando se reencuentran en una circunstancia extrema pero extrañamente dulce.

En su primera película en inglés, rodada en Nueva York, Pedro Almodóvar adapta a la gran pantalla la novela A través de la vida, de Sigrid Núñez, y construye un largometraje que es ante todo un acto de amor a sus intérpretes, con esa devoción por los papeles y personajes femeninos que habita en toda su filmografía. Comparada con la media de las películas de Almodóvar, La habitación de al lado es mucho más parlanchina, repleta de intercambios de bromas y de discusiones densas y amplias, y el placer de poner en boca de dos magníficas actrices diálogos profundos y privados es tangible, lo que equivale a acariciar y revelar progresivamente su intimidad a través de sus personajes (con una fe inquebrantable en el poder del cine para ahondar en los rostros, las caras y las inflexiones de las palabras y los gestos como si fueran objetos que hay que cribar románticamente y darles vigor a través de la cámara).

Al igual que su testamento autobiográfico, la obra maestra Dolor y Gloria, la película es un relato sobre el marchitamiento de la existencia y en este caso incluso sobre el tema del final de la vida, con la eutanasia ocupando una parte decisiva del relato e invirtiendo la totalidad del sentimiento de la película y de su discurso sobre los lazos y los contactos vitales que sobreviven incluso ante la proximidad del final y del último «empujón» que hay que dar.

El melodrama almodovariano habitual se resiente aquí de una mayor rigidez, un envoltorio en parte muy supeditado a los larguísimos momentos hablados, con tantos flashbacks que lastran en parte la historia, pero también a la habitual capacidad del director español para hacer aflorar la emoción y la pasión incluso donde cabría esperar rigor y compostura, y para iluminar con sus colores vivos y brillantes incluso los interiores más asépticos.

Como siempre en la paleta de Almodóvar, el amor visceral y omnímodo por el cine nunca es el colorante preeminente, sino sólo un conjunto de matices capaces de enriquecer un cuadro mayor (los protagonistas tienen el nombre de Ingrid Bergman y Martha de Fassbinder, entre otros).

El cineasta español destacó el placer de escuchar las interpretaciones de sus dos actrices en el rodaje, que obviamente es también el de los espectadores, y que les llevó a él y a sus colaboradores a emocionarse viéndolas trabajar durante el rodaje. Swinton y Moore, prototipos femeninos teóricamente alejados de las típicas mujeres almodovarianas del pasado, se convierten en sus manos no sólo en arcilla que moldear, sino también en depositarias de su visión del mundo, que no escatima el fanatismo conservador más reaccionario y se permite ante todo un reconocimiento pacífico y resignado, pero no luminoso, de un presente que se derrumba.

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