★★★★/★★★★★
En 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, fletado para llevar a un equipo de rugby a Chile, se estrella en un glaciar en el corazón de los Andes. Solo 29 de sus 45 pasajeros sobreviven al accidente. Atrapados en uno de los entornos más inaccesibles y hostiles del planeta, se ven obligados a recurrir a medidas extremas para mantenerse con vida.
Bayona logra su mejor película en La sociedad de la nieve. En su quinto largometraje, el cineasta catalán se mantiene fiel al estilo que ha venido desarrollando desde El orfanato, su ópera prima: un cine de atracciones que es puro espectáculo, decidido siempre a interpelar antes a las emociones que al razonamiento del espectador (y que el director ya llevó al paroxismo en Lo imposible, film de desastres que, en tanto que apuesta absoluta por la fisicidad y el impacto, tiene mucho en común con la película que nos ocupa).
En este sentido, su nueva obra es vigorosamente inmersiva, y logra trasladar con éxito al público a las ruinas de ese avión que permaneció varado 72 días en mitad de los Andes. Aquí, todos los recursos tanto literarios como de puesta en escena están puestos al servicio de un relato que es pura mímesis, y donde, quizá, el único elemento que permite al espectador tomar una cierta distancia crítica respecto al terrible drama que acontece en pantalla es la voz en off de su narrador, quien, llegado un punto avanzado del metraje, se revela como fallecido.
La sociedad de la nieve es también un auténtico prodigio de la técnica; su plantel de intérpretes está sublime; las estrategias con las que Bayona configura el espacio y el tiempo (dos factores clave en un relato de estas características) funcionan a la perfección. A su inteligencia como cineasta se suma el respeto con el que manipula en pantalla el material real que tiene entre manos. Como siempre en sus trabajos, lo más cuestionable continúa siendo su incapacidad para el símbolo, el subtexto, la segunda capa: en la superficie de La sociedad de la nieve está todo cuanto podemos encontrar en la película. Pero, en este caso, está lejos de ser poco.
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