Crítica ‘La viajera’: Descuidada prosa que es, en realidad, despojado verso lírico

Crítica de 'La viajera', la nueva película del cineasta surcoreano Hong Sang-soo, que llega hoy, 16 de abril, a los cines españoles.

Pelayo Sánchez

★★★½

Uno de los aspectos más fascinantes de la poética de Hong Sang-soo es su deliberado amateurismo. El surcoreano, que acostumbra a estrenar entre dos y cuatro películas al año (desde que arrancó su carrera, allá por el año 96, ha filmado ya más de 30 largometrajes), es un artista en plena madurez expresiva cuya evolución, contra lo que suele suceder, no ha pasado por un refinamiento de la técnica o por un progresivo aumento de los medios de producción. Hong Sang-soo encarna, en este sentido, el espíritu de un cine auténticamente contestatario en tiempos del algoritmo; un cineasta que apuesta cada vez más por el decrecimiento (menos planos, menos medios, menos explicitud) en una época en la que todo parece estar medido por su capacidad para incrementarse exponencialmente hasta el infinito. La viajera es, como lo eran los trabajos anteriores de Hong Sang-soo, un cuento breve que desborda belleza por la desprejuiciada forma en que abraza el rudimentarismo; un sencillo “esbozo de historia” que reflexiona sobre los límites del lenguaje para "dar cuerpo" a las cuestiones del alma y que parece escrito en una descuidada prosa tras la que, en realidad, más allá de su aparente ligereza, se esconde un delicado poema lírico despojado de todo esteticismo superfluo. La película, que sitúa en su centro a una enigmática y misteriosa mujer "sin pasado" (madre sustituta, amiga, guía, mentora) que deambula mejorando la vida de quienes le rodean, está construida mediante una serie de repeticiones y variaciones (algo común en el cine de su director) y narrada con una caligrafía visual auténticamente orgullosa de su imperfecta condición digital. "Imágenes pobres" (en el sentido de Hito Steyerl) en las que los fallos de foco, la sobreexposición, el balance de blancos erróneo o la imperfección de los movimientos de cámara son parte consustancial de las mismas, y que logran, en fin, desde la honesta mostración de sus deficiencias y sin necesidad de aspaviento alguno, manifestar la trascendencia de lo inefable.

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