★★★/★★★★★
Por Elena de Torres
Le cinéma est un art de la femme, c’est-à-dire de l’actrice
François Truffaut
Si los personajes de las novelas de Jane Austen protagonizarán algunas de las películas veraniegas de Rohmer, puede que el resultado fuese algo similar a Las chicas están bien. Al menos refiriéndonos a los personajes femeninos que portan trajes pomposos y son, a su vez, mujeres de carne y hueso.
La ópera prima de Itsaso Arana, producida por Los Ilusos Films, la productora de Jonás Trueba y Javier Lafuente, tiene pues ese juego propio de la metaficción.
En ella asistimos a la reunión de unas actrices en un pueblo con el fin de ensayar un texto. Esas intérpretes no habitan ningún personaje: son ellas mismas. Es decir, Bárbara Lennie y su naturalidad, Irene Escolar con su corporalidad y control del espacio escénico, Helena Ezquerro y su expresividad e Itziar Manero que transmite una paz que traspasa la pantalla.
Mujeres de distintas edades y, por tanto, en distintos puntos vitales, que nos contagian las sensaciones de camaradería y ensoñación a partes iguales. Esta última gracias a la fotografía de Sara Gallego.
Es claramente una película autoral aunque ideas como la de la carta – al inicio – incluso la que le entrega Itsaso a Bárbara Lennie al final y que ésta lee mirando a cámara, tienen una impronta del cine de Jonás Trueba. Todas las canciones hablan de mí, de hecho, tiene una escena con la misma actriz realizando la misma acción y de la misma manera. ¿Coincidencia o no? Quién sabe.
Gusta ver cine hecho por mujeres y con mujeres, pero se echa en falta una mayor reflexión del discurso. Aquí, el cuento, resulta redundante y simple, haciendo de la oportunidad del relato algo totalmente desperdiciado.
El arte de contar historias no es algo nuevo y original, pero sigue atrapando del mismo modo que lo hacen las historias en sí, inabarcables e infinitas. Un arte eterno y para la posteridad, como seguramente sea esta película en los próximos veranos.
Lo mejor: La entrega de sus actrices, destacando el "descubrimiento" de Helena Ezquerro
Lo peor: Gonzalo Herrero, el príncipe
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