Crítica ‘Lo que aprendí de mi pingüino’: Agridulce llamamiento al diálogo y la reconciliación

Crítica ‘Lo que aprendí de mi pingüino’: Agridulce llamamiento al diálogo y la reconciliación

Crítica de la comedia dramática 'Lo que aprendí de mi pingüino', que llega a las salas españolas el día 6 de septiembre.

★★★

1976. Un profesor inglés desencantado acepta una plaza en una escuela de Argentina, esperando que su labor resulte sencilla. Sin embargo, pronto se da cuenta de que se halla inmerso en una nación fragmentada y compleja, recién entrada en un dictadura cívico-militar​​, debiendo enfrentarse a un grupo de alumnos que parecen casi imposibles de educar. Un buen día, su vida cambia de manera radical cuando rescata a un pequeño pingüino atrapado en una playa cubierta de petróleo. El británico Peter Cattaneo, director de la memorable Full Monty (1997), logra en esta adaptación a la pantalla de la novela autobiográfica de Tom Mitchell un plausible equilibrio entre el drama social y la comedia dramática de aroma melancólico. Aun pecando de un cierto sentimentalismo en determinados momentos del metraje –especialmente en su tramo final–, la película, un llamamiento al diálogo, la reconciliación y la toma de conciencia social, permanece a flote en todo momento gracias, en especial, a la elegante –y cargada de matices– interpretación protagonista de Steve Coogan (24 Hour Party People, 2002). A veces cálida y ligera, a veces desgarradora, siempre tan tierna como ácida, Lo que aprendí de mi pingüino consigue, gracias a una sensibilidad que nunca está reñida con la mala leche y la incorrección política, su verdadero cometido: recordarnos la importancia de buscar puntos de encuentro cuando la humanidad parece abocada al fracaso.

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