Crítica ‘Los pecadores’: Un homenaje pulp a la historia de la música negra

Crítica de 'Los pecadores', el nuevo largometraje del director Ryan Coogler, que llega hoy a las sales de cine.

★★★

Más allá de su condición de juguete posmoderno, la nueva película del guionista y director Ryan Coogler (Creed) es, en realidad, un homenaje a la historia de la música negra, entendida esta como una historia de lucha contra el poder y a favor de la liberación. Un asunto (sin duda el más interesante del film) que cristaliza en la escena central del relato, situada antes de que este “se parta en dos” (a la manera de Abierto hasta el amanecer, película mutante de la que sin duda bebe): un concierto de blues se transforma, mediante un largo plano secuencia, en un encuentro tribal en el que, poco a poco, comienzan a coincidir, en un mismo momento y mismo lugar, subgéneros surgidos a lo largo de más de cien años de historia como el ragtime, el jazz, el góspel, el soul, el funk, el hip hop o la música electrónica. El poder emancipador de la música, esa suerte de “religión” no impuesta, se erige así como elemento vertebrador de una película que arranca como un western crepuscular para convertirse, llegado el ecuador de su metraje, en una película gore de vampiros, y que tiene en el Carpenter de El príncipe de las tinieblas y Asalto a la comisaría del distrito 13 y en el Tarantino de Django desencadenado y Los odiosos ocho sus referentes más claros. El resultado es una película disfrutable (y disfrutona) en la que en todo momento se atisba una voluntad de estilo por parte de su director, pero que adolece, sin embargo, de un inevitable regusto a "ya muy visto", de un exceso de subtramas finalmente resueltas con brocha gorda y de algunos de los principales tics formales del cine comercial contemporáneo (aunque la cámara está utilizada con inteligencia y sentido del gusto, da la impresión de que muchas escenas podrían haber "respirado" más si no hubiesen estado tan cercenadas por un montaje en exceso fragmentario, tan propio de tiempos como estos en los que, tristemente, las películas parecen correr el riesgo de aburrir al personal si mantienen una imagen en la pantalla por más de cinco segundos).

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