Crítica ‘Maestro’ (Festival de Venecia)

Maestro

Por Davide Stanzione

★★★½/★★★★★

Maestro narra la intensa y valiente historia de amor fruto de la larga relación entre Leonard Bernstein (Bradley Cooper), considerado uno de los más grandes directores y compositores de todos los tiempos y autor de la música de West Side Story, y su esposa Felicia Montealegre Cohn Bernstein (Carey Mulligan), unida al célebre músico por un matrimonio por amor que tuvo que lidiar con sus numerosas amantes, que era homosexual, y se vio en la tesitura de tener que lidiar con un carácter turbulento y nada fácil.

En su segundo esfuerzo como director tras el éxito planetario de Ha nacido una estrella, también dirigida por él y protagonizada junto a Lady Gaga, Bradley Cooper vuelve a apostar por sus dotes de director en una película, distribuida por Netflix, que es un dulce y despiadado tour de force romántico y musical inmerso en un blanco y negro nacarado de notable elegancia y claridad formal, envuelto en un preciso marco temporal que es también una historia colateral de los Estados Unidos de los años 40 a los 80.

La película, en Competición en Venecia 80, se asemeja a una especie de contrapunto más arthouse y refinado de la anterior película de Cooper, con la que comparte el núcleo de la historia: la tormentosa relación amorosa entre dos figuras artísticas marcadas por la pasión mutua pero también por un talento ardiente y, por tanto, difícil de encauzar a través de trayectorias convencionales.

El estilo es épico y envolvente y destila toda la pasión de Cooper por el tema, que le viene de lejos: en casa del actor, cuando era niño, escuchaba varios discos de ópera y música clásica, y él mismo ha declarado que pasaba horas imaginándose a sí mismo dirigiendo una orquesta, poniendo en ello todo el empeño de un niño de ocho años y escuchando constantemente, en particular, una grabación de Leonard Bernstein.

Producida por Martin Scorsese y Steven Spielberg, que llevaba tiempo acariciando la idea de dedicarse al proyecto antes de volcarse en su autobiográfico Los Fabelman y cedérselo así a su amigo Cooper, deseoso de abordar una figura tan central en su formación, Maestro es en cierto modo una película convencional, un ejemplo de interpretación por el método a la americana en la que lo que brilla, además de la impecable maquetación, es también la triunfante destreza de los dos actores perfectamente compenetrados.

Si Cooper, que guarda un asombroso parecido con Bernstein con un maquillaje protésico de altísimo nivel, confirma su capacidad para dominar matices absolutamente maduros y polifacéticos como intérprete, es la de siempre Carey Mulligan, actriz de raza acostumbrada a personajes frágiles y polifacéticos, pero no por ello poco orgullosos, y tendentes a la autodeterminación (la nominación al Oscar para ambos, pese a la polémica que ha envuelto a la película por la nariz de la protagonista, está prácticamente asegurada).

Partiendo del libro Famous Father Girl: A Memoir of Growing Up Bernstein, y con el placet de la familia y de la hija Jamie Bernstein, Maestro da vida a un relato minucioso y nunca sensacionalista, que maneja con equilibrio un material humano y artístico flagrante y por momentos incandescente hasta desembocar, con el tacto adecuado, en la exploración de la enfermedad y sus secuelas. También embellece el reparto la siempre talentosa Maya Hawke en el papel de la hija mayor de Bernstein, y una joya más son los créditos finales, absolutamente para disfrutarlos en su totalidad.

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