★★★★
Mike Leigh crea sus películas sin guion, trabaja con sus actores en los personajes y definen un arco y unas situaciones que, precisamente por eso, están llenos de humanidad y brutal sinceridad. A Mike Leigh nunca le ha interesado nada más que el ser humano, su complejidad y dificultades. El ser humano de a pie, claro, el que se enfrenta a una nada fácil realidad constantemente. Y, en ese sentido, Mi única familia (Hard Truths es su título original, mucho más explícito sobre de lo que va el filme) está entre sus mejores filmes. Sin duda, entre sus mejores personajes. Pansy, su protagonista (con una inmensa, brillante, dolorosa Marianne Jean-Baptiste), es una mujer que sufre enormemente, incapaz de ser feliz, siquiera de sonreír, vive enfadada con su familia, con su entorno, con el mundo. Leigh y Jean-Baptiste llevan tan al extremo su difícil situación que queda al límite de la risa congelada en algunas ocasiones, que cuesta unos minutos entenderla. Gritan literalmente a la pantalla. Ella grita. Mucho. Parece que es la que ataca cuando, en realidad, no es más que un muy interiorizado mecanismo de defensa ante su imposibilidad de moverse en el mundo.
Leigh retrata la desesperanza de la clase trabajadora, de las mujeres trabajadoras, a las que el cuidado y las cargas mentales les caen sin posibilidad de evitarlas y que puede llevar, como lleva a Pansy, a una depresión que es incapaz de reconocer. Y frente a ella su hermana (también estupenda Michele Austin), otra forma de cargar con lo que la sociedad les ha dejado, ese espacio de continuo esfuerzo y lucha y salto de obstáculos. Ella es todo alegría junto a sus hijas y un incansable salvavidas para intentar sacar a Pansy de su pozo en el que parece haberse acomodado. La dolorosísima resignación en la que viven instalados unos y otros es de lo más difícil de enfrentar. Mi única familia es una película difícil de ver, así lo han querido Leigh y sus protagonistas, pero hay que mirar hasta el final y muy de cerca a estos personajes, aguantar el reflejo que nos muestra con este espejo que deberíamos sentir muy cerca.
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