★★
Trasladar a la pantalla la historia inspiradora de una persona real requiere de mucha cautela: es fácil, si uno se descuida un poco, incurrir en ciertos efectismos, acabar poniéndole al asunto más azúcar del debido, convertir sin quererlo al protagonista (repetimos: un ser humano real, de carne y hueso, y no un personaje de ficción) en un maniquí a través del cual articular un discurso determinado. De esto termina pecando un poco, desgraciadamente, Miss Carbón, film que narra la historia real de Carla Antonella Rodríguez, primera minera (una mujer trans) en una región de Argentina donde solamente los hombres tenían permitido el trabajo en las canteras. Es en su poco poliédrico dibujo de los personajes y en su cierta tendencia moralizante donde este segundo largo de la cineasta argentina Agustina Macri (Soledad, 2018) se hace débil y pierde buena parte de su potencial político, convirtiéndose, a medida que el relato avanza, en un film de hechuras bastante convencionales casi siempre más preocupado por lanzar alto y claro un mensaje contundente a sus espectadores que por elaborar un relato complejo, con grises y aristas, que, más allá de generar un impacto emocional, los invite a una verdadera reflexión crítica. Una cuestión que, más allá del guion, se ve agravada por el entramado formal de la película, en exceso edulcorado para una historia que, dada su crudeza, quizá habría requerido de una estética más despojada, libre de ornamentos. Lux Pascal, eso sí, está fantástica en su papel.
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