Crítica: ‘Navidad en Candy Cane Lane’

Candy Cane Lane

★★/★★★★★

En esta temporada de películas navideñas, Amazon Prime ha estrenado Navidad en Candy Cane Lane con Eddie Murphy, filme que recuerda en su premisa a Un vecino con pocas luces.

El que sería el rey de la comedia en los años 80 y 90 se convierte aquí en un padre de familia obsesionado por ganar el concurso de decoración anual de su barrio. Para ello hace unas compras en una tienda donde le atiende Pepper, una elfa algo malvada interpretada por Jillian Bell, quien lanza un hechizo que pone en riesgo la Navidad.

Todo esto comienza cuando al asistir al Walmart los pasillos están vacíos, los productos de san Valentín ya copan las estanterías y Chris, el personaje de Eddie Murphy, firma un extenso ticket sin leer la letra pequeña. Estos son algunos de los ejemplos que parecen situar a Navidad en Candy Cane Lane en un lugar poco común: el consumismo que envuelve esta época.

Sin embargo, lo que parece original y diferencial termina siendo el clásico mensaje familiar rodeado de muchos absurdos que se han ido sucediendo durante las dos horas de (extensa) duración.

El mayor problema de esta película es que pretende ser una película navideña y anti navideña al mismo tiempo. Y la mezcolanza de géneros tampoco ayuda: pasamos de la preocupación de un padre por perder su empleo al miedo por convertirse en una miniatura de un «parque de atracciones».

Y algo más extraño aún, que no le pasa a los personajes pero sí a nosotros como espectadores, es que no se cuestionan las reglas del relato. A todos les parecen normales las elfas mágicas, las personas que se vuelven cartones o las figuras que hablan. Debe de ser la magia de la Navidad, que todo vale.

Lo mejor: Pasapalabra

Lo peor: Ni siquiera el Santa Claus negro es original

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