★★
Helsinki, 1942. Mientras Finlandia colabora con la Alemania nazi, Abraham Stiller, un empresario judío, arriesga su vida para evitar que los servicios de seguridad finlandeses entreguen en secreto a refugiados judíos a la Gestapo. En apenas 75 minutos, Never Alone (Nunca más) reconstruye, con afectado melodramatismo, la historia real de un hombre que se enfrentó a la injusticia y acabó siendo derrotado, un fracaso que lo llevaría a vivir consumido por la culpa hasta el final de sus días. La belleza compositiva de sus imágenes (la película está casi enteramente filmada con ópticas angulares) y el uso expresivo —y deliberadamente artificioso— de la luz y el color confieren a este noveno largometraje del finlandés Klaus Härö (La clase de esgrima, 2015; El artista anónimo, 2018) una cualidad lírica que, sin embargo, termina jugando en su contra al pecar de una estilización excesiva. A ello se suma el hecho de que el film (que, a través de la historia personal de su protagonista, busca poner en evidencia la culpa colectiva de Finlandia por haber tomado parte en la expansión de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial) tenga como punto de partida un libreto excesivamente literario que, al apostarlo casi todo al diálogo, termina por vaciar el relato de subtexto, dejando escaso margen para la sugerencia. La melancólica banda sonora de Matti Mye, omnipresente y, llegado un punto, empalagosa, no parece tener más propósito que subrayar la emoción hasta arrancarnos la lágrima.
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