★★★½
En muchas ocasiones, las historias de amor llegan a término contra toda voluntad y, por doloroso que pueda ser para los afectados, no siempre tiene porqué haber un culpable. Esta es la tesis que busca defender la cineasta Helena Taberna (Yoyes, 1999; La buena nueva, 2008) en su nuevo largo, Nosotros, libre adaptación de la novela Feliz final, de Isaac Rosa, narración literaria que la directora modifica en estructura para acercarse, con poderoso aliento poético, a esa cuestión tan espinosa del final del amor. En concreto, a esos desenlaces que no llegan de forma abrupta, sino que son consecuencia de un largo periodo de erosión: cuando dos personas que se han querido hasta la médula (y que, de alguna manera, todavía se aman, aunque sea en el recuerdo) toman conciencia al fin de que la única, verdadera solución a su dolor es dejarse ir la una a la otra. Taberna es pulcra y sobria en su manejo de la puesta en escena, confía en el poder del subtexto y las elipsis (¿quién no tiene en su pasado una historia de desamor que le permita rellenar esos huecos?) y logra encontrar, con delicada finura, un equilibrio entre los códigos del drama realista (fantásticas interpretaciones de María Vázquez y Pablo Molinero) y las maneras de la narración subjetiva, elegíaca en este caso, en un metraje salpicado de imágenes, colores y sonidos que buscan, más que narrar, funcionar como palancas emocionales, fiel reflejo del deterioro que sufre la relación de la pareja protagonista: dos personas normales (como tú, como yo) que insisten en mantener vivo a toda costa un vínculo que, desgraciadamente, lleva ya largo tiempo en proceso de descomposición.
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