★★★
El quinto largometraje como director del afamado actor francés Daniel Auteuil alcanzaría el calificativo de “notable” de no ser por (¡ay, qué pena!) un tramo final algo tramposo que debilita sin remedio todo lo visto hasta el momento. Por lo demás, durante sus casi dos horas de metraje, la película supone una auténtica demostración del buen oficio del intérprete a la hora de situarse detrás de la cámara: sobria, sutil y respetuosa con la inteligencia de sus espectadores, Presunción de inocencia (Le fils) es un thriller judicial de mimbres clásicos, resuelto con plausible economía narrativa, elegantemente filmado y excelentemente interpretado por sus dos protagonistas, Grégory Gadebois y el propio Auteuil (verles en acción es sin duda el mayor placer que brinda la película). La inteligencia y madurez de su puesta en escena, vaciada de todo ademán superfluo, y la precisión de su montaje, especialmente brillante a la hora de poner en paralelo pasado y presente en las escenas que ocurren en los tribunales, terminan de redondear un relato atrapante cuyo interés jamás decae. Sin embargo, como señalábamos al comienzo de esta crítica, su sólido andamiaje narrativo se tambalea peligrosamente cuando, en el clímax de la película, sus guionistas (Steven Mitz y el propio Auteil) optan por introducir una sorpresa argumental que, de tan atropellada y pretendidamente epatante, deja un amargo sabor de boca al anular la potencial complejidad moral de un relato que acaba revelándose ciertamente simplista.
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