★★★
Frederic y Valentin Potier cuentan en Prodigiosas la historia de las gemelas Pleynet, pianistas brillantes.
Diane y Audrey Pleynet querían que su historia personal fuera llevada al cine. Estas dos gemelas dedicaron su vida entera a la música y el piano. Ingresaron en la prestigiosa escuela de Karlsruhe y cuando empezaban a despuntar profesionalmente, una de ellas empezó a tener los síntomas de una enfermedad genética extraña que le debilitaba los huesos y las articulaciones impidiéndole tocar el piano.
Al poco, su hermana empezó a sufrirla también. La recomendación fue que dejaran de tocar, pero ellas que habían dedicado su vida entera y sacrificado todo por el piano se vieron tan perdidas que empezaron, entre las dos, a crear su propia manera de hacerlo, una muy original y que las ha acabado convirtiendo en unas prestigiosas pianistas.
Esta historia de sacrificio y resiliencia es la que le contaron a Valentin y Frédéric Potier, les gustó que fueran padre e hijo, que trabajan en todos sus proyectos de la mano, tal y como ellas habían hecho toda su carrera, porque así podrían entenderlas mejor.
Al traslado a la pantalla en Prodigiosas, los cineastas decidieron ficcionar un poco los hechos, incluso cambiando de nombres para añadir así cierto dramatismo (aunque el filme es muy cauto, quizá demasiado, en las emociones), centrarse sólo en el año en el que la vida les cambió (salvo un pequeño flashback inicial) y enfatizar ese mensaje de sacrificio por un sueño (que, por otro lado y hasta cierto punto, no queda muy claro lo sano que es).
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