Crítica ‘Siete inviernos en Teherán’

Siete Inviernos

★★★½/★★★★★

Reyhaneh Jabbari tenía 19 años, estudiaba informática y trabajaba como diseñadora de interiores. Un día, Morteza Sarbandi, supuestamente cirujano plástico, se acercó a ella con una propuesta laboral. Para ello quedaron en un apartamento prácticamente vacío y una vez allí el hombre intentó violarla. Ella, en defensa propia, cogió un cuchillo y le apuñaló. Tras esto, se marchó. Esa noche Morteza falleció por las heridas y Reyhaneh firmó su sentencia de muerte.

De nada sirvió durante los siete años posteriores, en los que permaneció en prisión, las apelaciones o la campaña de sus familiares (principalmente de su madre) por salvar a su hija de la ejecución, ya que para lograr el indulto la familia del fallecido le pedía retractarse de su testimonio y eso es algo que Reyhaneh jamás haría.

Así, y siguiendo la Ley del Talión, que consiste en un castigo islámico que responde al término de «ojo por ojo» y por la que la familia del muerto puede determinar la condena del criminal, Reyhaneh Jabbari acabó siendo ahorcada acusada de asesinato.

Desde el principio del documental se nos hace partícipes del final. Sin embargo, la esperanza de los entrevistados traspasa la pantalla y acaba haciendo, poco a poco, que esperemos un final alternativo a la realidad como si hubiéramos escuchado mal lo que se nos contaba en un inicio. Queremos creer que esa chica sigue con vida.

A través de vídeos domésticos, cartas y el diario íntimo de la joven (leídos en voz en off por Zar Amir Ebrahimi, actriz de Holy Spider), llamadas, entrevistas, grabaciones secretas sacadas de contrabando de Irán, etc. el acercamiento que su directora consigue es hacernos sentir un miembro más de su círculo a lo largo de todo el proceso.

Llegamos incluso a escuchar la voz de Jalal, hijo de Morteza y responsable del futuro de la ejecución de Reyhaneh.

Siete inviernos en Teherán no es el primero y no será el ultimo testimonio sobre la situación de la mujer en Irán, hablando muy a grandes rasgos. Sin mencionar, por supuesto: la corrupción, la tortura o la pena de muerte.

Está también el honor asociado al perdón.

Se puede sentir el peso del mismo en «el otro lado de la sociedad». Un Jalal que parece pensarse el destino de Reyhaneh o tal vez el Jalal que nos gustaría ver, saber que existe.

Lo mejor: El acceso al material

Lo peor: No tener más de Jalal

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