★★½/★★★★★
En el año 1978, tras el éxito de sus tres primeras novelas (Carrie, que llevaría al cine Brian De Palma, El misterio de Salem’s Lot, que se encargó de adaptar Tobe Hooper y El resplandor, reinterpretada para la pantalla por Stanley Kubrick), el escritor estadounidense Stephen King publicó su primer compendio de relatos bajo el título El umbral de la noche. Entre las veinte historias cortas que componen el libro se encuentra The Boogeyman (El coco, en la versión española), un cuento de trece páginas sobre un hombre que acude al psiquiatra asegurando que una criatura surgida de la oscuridad ha asesinado a sus hijos uno a uno.
The Boogeyman fue llevado a la pantalla en dos ocasiones como mediometraje: la primera en 1982 por Jeff Schiro, la segunda en 2010 por Gerard Lough. Este 2 de junio llega a las salas la primera versión larga del cuento, que toma como punto de partida lo planteado en aquel para llevar la narración hacia otro lugar, en un intento de articular un relato alegórico sobre la aceptación del duelo y el difícil rito de paso que implica la pérdida de un ser querido. El resultado es un filme del todo prescindible pero no por ello menos disfrutable.
En realidad, no hay nada especialmente reseñable en este nuevo The Boogeyman. La película de Rob Savage no se cuela entre las mejores adaptaciones a la pantalla de la literatura de King, pero también queda lejos de situarse entre las peores. Es tópica y formulaica, sí, pero hay en ella oficio: en su puesta en imágenes y en su cadencia se percibe, además del respeto de su director por el material literario genuino, un plausible manejo (siempre artesanal, nunca autoral) de los códigos del terror contemporáneo. The Boogeyman tiene atmósfera, un puñado de buenos sustos y un primer acto sobrecogedor. Suficiente para echar el rato.
Lo mejor: La perturbadora escena de la consulta con David Dastmalchian.
Lo peor: Lo rápido que se olvida.
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