Crítica ‘The Royal Hotel’ (Festival de San Sebastián)

Crítica 'The Royal Hotel'

Por Irene Crespo

La directora australiana Kitty Green (La asistente) divierte y profundiza el Festival de San Sebastián con The Royal Hotel, un feminista ejercicio de género.

En The Royal Hotel, dos amigas, que no sabemos muy bien de dónde vienen, aunque ellas dicen que de Canadá, están de viaje en Australia. Para ganar algo de dinero y poder continuar la aventura se acogen al programa Work & Travel (Trabaja y viaja) y aceptan una oferta que no todo el mundo aceptaría. Especialmente siendo mujer joven: un bar en mitad de la nada, en una zona minera. Es decir, muchos hombres que viven en su mayoría solos y tienen como único entretenimiento juntarse en ese único bar a beber. Nada puede salir bien.

Desde ese punto de partida, la directora Kitty Green explora de nuevo las dinámicas de poder entre hombres y mujeres exageradas y exacerbadas aquí por el alcohol, la soledad y la violencia inherente a las sociedades actuales. Juega con los códigos del género en un thriller de terror psicológico en el que lleva a sus dos protagonistas al límite. Y, como en la vida real, cada una tiene el límite en un punto. 

Green cuenta de nuevo con Julia Garner, tras la destacable La asistente, en otra interpretación genial para la actriz de Ozark. Ella es la amiga sospechosa, susceptible, la que menos sonríe ante los chistes machistas y los gritos desde el otro lado de la barra. A la que llaman “perra amargada” por no seguirles el juego. Frente a ella, su amiga (Jessica Henwick) vive más relajada el trabajo que han aceptado, se lo toma todo a broma, y tiene claro que el objetivo es ganar dinero para poder irse. Así que hay que aguantar un poco más. Y frente a ellas, las camareras inglesas a las que han venido a sustituir que se pasan el día borrachas, enseñando las tetas desde la barra.

Todas las perspectivas para hablar de lo mismo, cada una puede hacer lo que quiere y nada, nunca, justificará la violencia contra las mujeres. Green elige el género, pero decide mostrar solo la violencia verbal, insinuarla más que enseñarla explícitamente. Nos pone en la sospecha, en esa línea de pensar si lo que estamos viendo es real o es fruto de la imaginación y una mente desconfiada.

Además, hay otro personaje femenino: la mujer del dueño del mar, una nativa australiana, más mayor, la única que es capaz de frenar la locura alguna vez, aunque también ha aprendido a ignorarla. ¿Es esa la forma de sobrevivir a un entorno machista y tóxico? Eso se pregunta Kitty Green en una película que nos hizo pasar un gran rato en el Festival de San Sebastián.

Es posible que veamos algo de ella en el Palmarés. Quizá Claire Denis, la presidenta del jurado de este año, también se lo haya pasado bien viéndola.

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