Crítica ‘Una función inesperada’: Una mirada al autismo tan ligera como contenida

Crítica de 'Una función inesperada', dramedia familiar que aborda la difícil situación de las familias con hijos autistas.

★★★

No hay lecciones morales contundentes ni afectados didactismos en Ezra (Una función inesperada), film que aborda con plausible dignidad una cuestión que fácilmente podría haberse utilizado para invocar la lágrima fácil. Max, un monologuista en horas bajas, hace lo posible por permanecer cerca de su hijo Ezra, un niño de 11 años con autismo al que quiere con locura. Su exmujer, Jenna, insiste en que deberían llevar al niño a un colegio de educación especial, cosa que Max no está dispuesto a tolerar. Cuando Ezra es expulsado de otra escuela, su padre, para ganar tiempo, decide llevárselo sin avisar en un viaje improvisado por carretera con el objetivo de ayudarle a encontrar su propio lugar en el mundo. Desde aquí, todo es ternura, buenas intenciones y el puntito justo de gamberrismo en una dramedia familiar con forma de road movie y un ligero aroma indie que se desenvuelve con relativa soltura dentro de sus moldes canónicos, encontrando un equilibrio nada sencillo entre la ligereza y la contención, y que permanece en todo momento tan alejada del riesgo como del sentimentalismo de baratillo. No hay en ella nada especialmente destacable (quizá su mayor fuerte sean las interpretaciones de Bobby Cannavale y William Fitzgerald, padre e hijo, y de Robert De Niro, secundario en el papel de abuelo), y es cierto que deja, por momentos, de hacer pie en su segunda mitad, en la que se dan cita un puñado de acontecimientos algo forzados que ponen en cuestión la verosimilitud del relato. Pero, aun con todo, funciona.

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