Complicado hablar con el actor y que no salga en la conversación el personaje y la serie que le dieron la fama mundial de la que ahora goza. Se intenta y viajamos del West End londinense donde se encuentra haciendo teatro hasta la Siria de Raqa, la película en la que ha interpretado a un espía internacional. Al final, también caemos para que nos explique la calma en la que vive hoy.
Por María Sanz
Álvaro Morte (Algeciras, 1975) responde al teléfono desde Londres. Viene de ensayar para la obra de teatro Barcelona que le ha llevado a las tablas del West End con Lily Collins. Vuelta a sus orígenes profesionales. “¿Qué oportunidades tienes de hacer un coprotagonista, dos personajes solos en el escenario, durante cerca de dos horas, en el West End? No me lo pensé”. Dice estar contento y disfrutando todo lo posible, a pesar de la intensidad del proceso. Entre ensayos, saca un hueco para hablar de Raqa, la película de Gerardo Herrero, en la que interpreta a un espía internacional, El Saharaui.
No, no vayan a imaginarse a un James Bond rodeado de glamour. “Cuando hablaba con Gerardo me decía que quería hacer una historia de espías realista, mostrar su soledad, que sea un tipo de perfil bajo”. Algo necesario para su misión: adentrarse en Raqa (Siria), en el corazón del Estado Islámico y de la yihad, para dar caza a El Jordano, uno de los jefes del ISIS más buscados.
No es sólo que Morte quisiera trabajar con Herrero, volver a coincidir con Mina El Hammani y retarse a interpretar en árabe (un tercio de sus diálogos son en este idioma), para él, Raqa muestra “lo horroroso de un mundo como el del Estado Islámico y especialmente cómo se trata a las mujeres en ese mundo”.
¿Da vértigo enfrentarse a un proyecto inspirado en una realidad tan dura?
Siempre hay vértigo porque habrá una persona al otro lado de la pantalla que lo va a ver y tú no dejas de mandar un mensaje. Nosotros contábamos con que esta película está basada en un libro de Tomás Bárbulo, Vírgenes y verdugos.
Tomás fue corresponsal en Siria y es un absoluto conocedor de lo que está diciendo. Nos reunimos con él para estar seguros de que lo que hacíamos era fidedigno. Y Gerardo Herrero también conoce bien el mundo islámico y era muy enriquecedor conversar con él porque te generaba un marco en el que te sentías cómodo al meterte en el personaje.
Es que menudo trago algunas escenas, especialmente las relacionadas con la situación de las mujeres. Soy actor y procuro no conectarme con esas cosas más allá de lo necesario, por una cuestión de supervivencia y de salud mental, pero es que, por ejemplo, cuando estábamos rodando la escena de la subasta, que ya leída en guion era terrible, la incomodidad se palpaba.
Si en una película es así de terrible, el que esto pueda suceder de verdad, me parecía aterrador.
Raqa es una coproducción hispano-marroquí, vienes de estrenar la película estadounidense Immaculate… ¿Cómo estás viviendo asomarte fuera de nuestras fronteras?
Me lo están poniendo fácil, están siendo experiencias increíbles. No estoy dando más importancia a proyectos internacionales por el hecho de que sean internacionales.
Lo que me decide por un proyecto es porque me llegue al corazón y me apetezca hacerlo por el director o la directora, por la actriz o el actor que será el partenaire, el guion, creer que puedo aportar algo a ese personaje…
Este poder elegir es una de las ventajas de la fama.
Absolutamente. Cuando de repente tu carrera despega y lleva asociada esa fama, esa fama lo que te abre es una serie de puertas que antes, no te digo que estuvieran completamente cerradas, pero sí mucho más cerradas. Tengo la oportunidad de trabajar con gente con la que yo he soñado trabajar y me siento muy honrado y suertudo de que mi carrera está llegando a sitios a los que les parece interesante lo que yo pueda generar de cara a la creación de un personaje. No sé cuánto va a durar, pero el tiempo que dure, increíblemente afortunado.
Siempre con el “cuánto va a durar” en mente, ¿no?
Creo que esto va directamente en la mochila de cualquier actor, el no saber qué va a pasar mañana. Nadie te enseña esto y hay que estar preparado para poder tener cierta salud mental y no venirte abajo. Por eso, creo que es importante disfrutar lo que se puede cuando tienes esos momentos de estar arriba. Me gusta pensar que cuando tienes la oportunidad de elevarte en tu carrera, que no sea porque empiezas a flotar y te despegas del suelo, sino porque has conseguido crecer un poco. Eso significa que estás asentado en tus raíces.
Hemos hablado de las ventajas, pero a fama ha hecho que casi todo lo que dices se convierta en un reclamo. ¿Cómo lo llevas?
Es una de las cosas que, a mí, por ejemplo, me hace interactuar poco con las redes sociales porque hay un momento en el que te das cuenta de que cualquier cosa que digas puede ser usada como una noticia e influir a gente que te sigue. Intento ser responsable con aquello que digo porque sé que todos los que hemos pasado por La casa de papel tenemos muchos seguidores, y muchos de ellos jóvenes. No es nuestra responsabilidad la educación de esta gente, pero inconscientemente hay cosas que dices que se pueden transformar en un mensaje, incluso aunque tú no lo quieras.
Imposible no mencionar La casa de papel y tu personaje, El Profesor. ¿Qué relación guardas con él?
A lo largo de estos años atraviesas distintas etapas. No es que haya llegado nunca a estar cansado de El Profesor, pero ahora mismo, si hubiera habido lo más mínimo de eso, estoy en un proceso de absoluta reconciliación con él porque me ha dado mucho. Me siento muy orgulloso de lo que hicimos con La casa de papel y no puedo estar más que agradecido.
Entiendo que la gente haga referencia a La casa de papel porque no deja de ser un fenómeno que nos sorprendió a todos. Lo que sucedió es como si nos hubieran soltado en mitad del océano y tú no puedes pensar en otra cosa que no sea en nadar porque si piensas un solo momento dónde estás o cuál es tu situación, te paras y te ahogas. Lo digo desde la enormidad del océano, no desde lo peligroso. Tú tienes que sobrevivir a esa vorágine que está pasando y hay un momento en que ya consigues, cuando todo se empieza a calmar relativamente, encajar dentro de ti las piezas de este puzle para entender lo que ha pasado. De ahí, ya recuperas, que ese es el punto en el que creo que estoy ahora.