Por Irene Crespo
La actriz australiana visita por primera vez el Festival de San Sebastián para recoger el Premio Donostia a toda su carrera.
Era su primera visita al Festival de San Sebastián. A pesar de que algunas de sus películas habían sido proyectadas en ediciones anteriores, Cate Blanchett no había tenido la oportunidad de venir. Esta vez ya tocaba. La actriz australiana llegó el sábado por la mañana a la ciudad donostiarra en una visita bastante rápida para recoger el Premio Donostia a toda su trayectoria.
Después del obligado posado a su llegada al Hotel María Cristina, Blanchett se sentó ante la prensa para agradecer el premio. “El Donostia tiene un significado profundo para mí. Estar entre dos de los grandes artistas cinematográficos tiene mucho significado para mí. Estoy muy agradecida de recibir este premio”, insistió. Esos dos grandes artistas a los que se refirió eran Javier Bardem, que recogía la noche anterior el Premio que le dieron el año pasado, pero que por la huelga no pudo llevarse; y Pedro Almodóvar quien lo recibirá el próximo jueves.
Sus palabras hacia Almodóvar se ampliaron puesto que con él estuvo a punto de rodar una película hace dos años. Pocos meses después de que Blanchett recogiera el Goya Internacional, se supo que iban a trabajar juntos en una adaptación de Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin. Sin embargo, por cuestiones de agenda, el proyecto acabó cayendo. Aseguró siguen en contacto cercano y celebró el León de Oro por La habitación de al lado en el pasado Venecia, donde ella fue a presentar la serie Disclaimer, de Alfonso Cuarón. “Fue glorioso. Él hace algo que nadie puede hacer”, dijo elogiando la singularidad del manchego. “Esperemos que un día podamos rodar una película juntos”.
Fue una rueda de prensa amable, agradecida, como tocaba. La gran estrella australiana continuó halagando el Festival que la recibía y premiaba, en el que se pueden ver películas de gran prestigio y recorrido internacional, como la suya que se verá estos días y se estrenó antes en Cannes, Rumours, de Guy Maddin, pero tampoco se olvidan nunca del talento cercano. “Cuanto más específico culturalmente es lo que se cuente, más posibilidades hay de contar algo potente y poderoso”, dijo.
COMPROMISO MODERADO
Bien a través de la elección de sus papeles y proyectos o bien a través de su presencia en alfombras rojas, Cate Blanchett es una actriz de alto compromiso y que ha alzado la voz en más de una ocasión, verbalmente como ocurrió en Cannes hace unos años para reclamar la paridad, o incluso a través de su vestuario, como sucedió en el último certamen francés cuando apareció con un vestido con los colores de la bandera palestina.
No obstante, en esta ocasión mantuvo un perfil más bajo y contenido en cuanto a estos temas. Así como Bardem el día anterior habló abiertamente de los crímenes contra la humanidad cometidos en Gaza, Blanchett prefirió ser más generalista esta vez. “Hay muchos conflictos sobre los que nos sentimos impotentes, el derecho protesta es muy importante, es parte de vivir en democracia, escuchar todos los puntos de vista, pero hay muchas heridas que no pueden resolverse en una alfombra roja ni con una declaración que yo haga”, explicó.
Sí se extendió un poco más en su lucha contra el cambio climático, en la importancia de los rodajes sostenibles y sobre la necesidad de diversidad en el cine y en nuestra sociedad, como reflejo el uno del otro. Sobre esto último se refirió a Carol (2015), uno de sus papeles más aplaudidos. “Todavía queda mucho por hacer en la representación LGTBI en pantalla, pero también detrás de las cámaras”, defendió. “Tardamos 10 años en levantar Carol porque nadie quería financiarla o distribuirla. El paisaje de la diversidad es hoy muy distinto a ese momento”. Por suerte, se han dado “pasos positivos”, añadió, aunque lamentó, por otro lado, que el cine independiente que ha apoyado toda su carrera, esa que se celebraba hoy en San Sebastián, no pase por un gran momento.
Fotos: Juan Naharro Gimenez (Getty Images)
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