Chris Sanders dirige ‘Robot Salvaje’, una celebración de los valores humanos: “Lo conmovedor de esta historia es la angustia inherente a la crianza"

Robot salvaje

Con una animación que bebe del impresionismo, de Miyazaki y de clásicos como Bambi, Robot salvaje es una celebración de los valores humanos y de la unión entre la tecnología y la naturaleza.

Por Simona Carradori

En una época en la que la humanidad se ha visto inmersa en la espiral de la revolución digital, en la que la vida de cada uno de nosotros está a medio camino entre lo real y lo virtual, en la que vemos ciertos avances científicos, como la inteligencia artificial, que nos infunden cierto temor y desconfianza, la sociedad percibe cada vez más la tecnología y la naturaleza como dos entidades que no pueden coexistir sin que predomine una sobre la otra, que están destinadas a permanecer separadas para no destruirse mutuamente.

Hasta que nos recuerdan que hay un punto, en el que convergen, donde podemos vislumbrar un nuevo tono. Y es precisamente en esa zona gris donde nace Robot salvaje, una historia que borra la frontera entre lo digital y lo natural para mostrar cómo estos dos mundos pueden a veces depender el uno del otro para sobrevivir.

Basada en la novela gráfica de Peter Brown y dirigida por Chris Sanders (Cómo entrenar a tu dragón), Robot salvaje cuenta la historia de Rozzum 7134, Roz para abreviar, una robot de última generación programada para una vida moderna y futurista que, tras un naufragio, deberá sobrevivir en una isla desierta. Inadaptada para la naturaleza salvaje y fabricada para cumplir órdenes, Roz seguirá persiguiendo diligentemente su principal objetivo: encontrar a alguien que le confíe una tarea. Tras aprender a conectar y a comunicarse con los animales, un buen día se topa con un huevo de ganso abandonado con el que encuentra su ansiada tarea, la de cuidar, alimentar y criar al bebé.

Y lo hará con amor, un sentimiento que incluso un frío robot es capaz de sentir y que cambiará a Roz por completo, la hará comprender qué impulsa la vida de los seres vivos, incluso la de aquellos cuyo destino era ser máquina. Como le ocurría al tierno Wall-E en su misión de proteger la Tierra, nuestra Roz también encuentra su tesoro que vigilar. “Lo conmovedor de esta historia es la angustia inherente a la crianza de este pequeño ganso”, explica Sanders. “Para ella, desempeñar bien esta tarea, también significa ver al pajarito desplegar sus alas y volar, y eso es algo a lo que tendrá que enfrentarse emocionalmente”.

Robot salvaje es un diálogo entre la naturaleza y la tecnología, y también una celebración de la bondad de las diferentes estructuras familiares, de la importancia de la empatía, del dolor de la pérdida y de las dificultades de la paternidad. “La narración describe maravillosamente cómo, para desempeñar el papel de padre, no hace falta ser el biológico”.

Se trata de una historia sobre la humanidad, no sobre los humanos. Una historia de vida simulada que se convierte en real, de sentimientos programados que dan paso a emociones verdaderas. De un robot que, bajo su armadura de circuitos y hierro, ha aprendido a querer. Así es la historia de Roz, un robot salvaje.

Fotos: Juan Naharro-Getty Images

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