Enrique Urbizu (Gigantes, Libertad) se estrena en "un serial de misterio muy de personajes" en Cuando nadie nos ve, protagonizado por Maribel Verdú, Dani Rovira y Mariela Garriga.
Morón de la Frontera, procesión de 2024. Del Domingo de Ramos al Domingo de Pascua. Cada episodio de Cuando nadie nos ve es un día en la Semana Santa de este pueblo sevillano en cuyo nombre lleva su historia. Fue un pueblo fronterizo con el reino nazarí y ahora es un pueblo influido por la base aérea gestionada por las Fuerzas Armadas de EE UU. Un lugar de olivares, de cereales, de sol y de mucho folclore y tradición. De rituales y uniformes, los de las cofradías, los de los militares. Un lugar de la España profunda en el que se sitúa esta serie como se situaba la novela homónima en la que se basa, escrita por Sergio Sarria (Espasa Narrativa, 2019).
“A mí me llamaron a primeros de 2023 y me enseñaron el material, no conocía la novela y me ofrecieron el proyecto en una fase relativamente inicial”, cuenta Enrique Urbizu que dirige los ocho episodios y estuvo muy involucrado en la concepción y escritura (“porque siempre lo hago así”, añade) de unos guiones firmados por Daniel Corpas y Arturo Ruiz (con la colaboración de Luis Caballero, José Antonio Valverde, Germán Aparicio e Isabel Sánchez).
El director de No habrá paz para los malvados, Gigantes o Libertad se sintió inmediatamente atraído por el universo que habían creado. “Tenía un mundo y una mezcla de tonos muy sugerente… La Semana Santa, la base militar de Morón, una mezcla de misterios y de intrigas y, sobre todo, la posibilidad de elaborar un conjunto humano, una serie de personajes que es lo más interesante quizás de la serie”, reflexiona.
Si en una presentación en el pasado Festival de San Sebastián, Urbizu definía Cuando nadie nos ve como “un thriller a pleno sol”, cuando está con los últimos detalles de postproducción, casi terminada, a poco más de un mes del estreno, prefiere no delimitarla en ese género que él, por otra parte, tanto ha contribuido a popularizar desde sus éxitos cinematográficos como La caja 507 (2022) y, especialmente, No habrá paz para los malvados (2011). “Me cuesta denominarlo thriller. Me gusta más una serie de misterio, que es un término que ahora no se usa o que no usamos aquí en España, pero que me interesa mucho más”, aclara el cineasta bilbaíno. “En ningún caso es una serie ni trepidante, ni de acción, ni que, en ese sentido, vaya muy a la moda de lo que normalmente quieren ofrecernos”.
Los misterios, los asesinatos y las escenas de acción son la excusa o el fondo para desarrollar un conjunto de personajes y relaciones que tienen como centro a Lucía Gutiérrez, sargento de la Guardia Civil judicial, que vive con su hija y su suegra. Una mujer seria y responsable a la que conocemos ajustándose el tricornio a juego con su uniforme de gala para acudir a la procesión del Domingo de Ramos, aunque pronto deberá abandonarla para atender un increíble suicidio ocurrido en el pueblo: un vecino que se ha practicado una especie de harakiri.
No lejos de allí, de ese casco de Morón, Magaly Castillo, agente especial del ejército de EE UU llega a la base aérea para investigar la desaparición de un soldado relevante para la inteligencia americana y que podría estar involucrado en tramas oscuras del coronel Seamus Hoopen.
A Magaly le acompañará y conducirá por Morón el sargento Andrew Taylor. Y en el cuartel de la Guardia Civil aparecen otros personajes que añaden subtramas y relaciones. Urbizu insiste, a su parecer, “esta especie de comunidad de personajes que crea la serie es lo más interesante”. Y también ha sido uno de los grandes retos al enfrentarse a ella, trabajando y equilibrando las historias y tonos de los 90 personajes que se irán cruzando a lo largo de esta Semana Santa negra.
REPARTO INTERNACIONAL
Si a Urbizu el casting es un proceso del trabajo que siempre le gusta, aquí lo disfrutó especialmente. Encontrando los rostros y nombres en dos idiomas, inglés y español, conocidos y no tan conocidos. Uno que tuvo claro desde la primera lectura fue el de Maribel Verdú.
“Nunca habíamos trabajado juntos, pero los dos teníamos muchas ganas y en cuanto leí ‘guardia civil de una edad, policía judicial’ me la imaginé con la coleta”, cuenta. A partir de ella compuso la familia: María Alfonsa Rosso es su suegra y Numa Paredes (El hijo zurdo), la hija con la que no tiene muy buena relación; y Eloy Azorín es el tabernero en el que el personaje de Maribel encuentra cierto refugio y paz. En el cuartel, Dani Rovira es su agente más destacado. “Él tenía ganas de hacer un papel un poco diferente sin fisuras cómicas a priori”, explica
Urbizu, aunque su subtrama es la que desengrasa un poco el misterio. Abril Montilla es la nueva guardia civil destinada a la judicial, muy avispada, “y con la que Lucía tiene casi mejor relación que con su hija”. En este punto, el bilbaíno comenta: “La serie está llena de madres, hijas, hijas, madres, abuelas. Esa continuidad entre mujeres está muy presente”.
También está en el lado americano, “cuando vemos a Magaly hablando con su madre”, recuerda el director. Su personaje es uno de los que no aparecía en la novela y para quien eligió a la actriz de origen cubano Mariela Garriga (Misión: Imposible – Sentencia mortal: Parte uno) después de verla en un par de pruebas y conocerla en Madrid. Con ella no lo dudó y tampoco con los otros actores americanos, Austin Amelio (The Walking Dead) como el pulcro chófer y Ben Temple (Upon Entry) como el coronel de la base que ha echado raíces en Morón casándose con una mujer a la que interpreta Lucía Jiménez.
LA SOLEDAD
Con todos ellos, Urbizu trabajó lo mismo: el equilibrio entre misterio e intimismo. Cayendo más la balanza hacia esa última palabra, hacia lo humano, realista y personal. “Hay pocos muertos en la serie”, dice para seguir insistiendo sobre la fuerza de sus personajes. “Quería hacer algo más ambiental, más climático y, sobre todo, con un ritmo que debía ser fluido, sin demasiados acelerones, sino al contrario, sostenido durante los ocho capítulos.
“Para mí ha sido una preciosidad hacer este trabajo”, asevera. “Estoy muy contento con la fluidez y la nitidez que tiene, cómo se deja ver”. El objetivo era que la conversación entre abuela y nieta fuera tan apasionante como la resolución del misterio que mueve la trama principal.
Y para lograrlo ha construido sobre la atmósfera y los contextos de cada uno. “Hay breves momentos de la vida cotidiana de los personajes que a mí me gustan mucho. Maribel quitándose el uniforme, Magaly trabajando por la noche comiendo chocolatinas…”, enumera. Y todos los personajes, además, están atravesados por el mismo sentimiento o estado de ánimo: la soledad. “A eso alude directamente el título, cuando nadie nos ve, cuando estamos solos, cuando estamos frente al espejo en nuestra casa, cuando te quitas el uniforme, cuando llegas a casa y aparece la mujer… De eso va, de quitarse uniformes y caretas y de lo que encontramos entonces frente al espejo”, insiste el director.
O como dice uno de sus personajes clave: “Pensamos que estamos seguros cuando nadie nos ve, pero es cuando más vulnerables estamos”. La vulnerabilidad del personaje recto y estricto de Maribel Verdú irá asomando a medida que avanza la serie, como el de otros personajes en esta “serie de misterio que nunca ha sido una serie de acción, que nunca ha querido serlo”, como resume Urbizu, y en la que “la luz y la luminosidad del sol de Morón de la Frontera, el campo y el espacio abierto luchan por hacerse fuerte ante las oscuridades”.
Fotos: Pablo Cuadra-Getty Images
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