En su segundo largo, April, la directora georgiana (Beginning) retrata a una obstetra experta que también practica abortos ilegales, y que se ve sometida a una investigación que podría arruinar su vida.
Un asunto polémico. “En teoría, interrumpir un embarazo no deseado es legal en Georgia, pero, especialmente en las zonas rurales, el estigma que rodea el procedimiento dificulta un acceso seguro a él incluso en los casos en los que el embarazo ha sido resultado de una violación; el partido que gobierna allí, además, sigue implantando restricciones en ese sentido, como también están discutiendo la prohibición de la fecundación in vitro para las mujeres solteras. Tuvimos que rodar la película en secreto, ocultando su temática, y no resultó fácil considerando que la policía nos vigilaba constantemente. De momento no se ha estrenado en los cines georgianos y, teniendo en cuenta el clima político que impera en el país, prefiero que siga sin estrenarse; en caso de hacerlo, muchas de las mujeres que han participado en ella tendrían problemas con la autoridad. Yo ya no vivo allí y no creo que regrese en un futuro próximo. Desde luego, para mí es imposible volver a rodar allí por ahora”.
Afán realista. “La película muestra de forma explícita un parto, una cesárea y un aborto, y en todo contempla la anatomía femenina con total neutralidad y sin tratar de embellecerla. Todas esas intervenciones resultan extremadamente violentas para las mujeres y me pareció importante transmitir esa sensación de dolor. Con ese fin, antes de empezar a rodar presencié numerosos nacimientos, y asimismo llegué a conocer a varios de los profesionales que se dedican a practicar abortos, me sorprendió la empatía y la generosidad que derrochan, y la entrega que muestran hacia su profesión pese a las dificultades que afrontan para ejercerla. Mi intención era iniciar la película con la escena del parto, pero tras filmarla comprendí que empezar con ella resultaría demasiado provocador. Escandalizar no me interesa, me parece demasiado fácil. Sé que hay partes de mis películas que incomodan a algunos espectadores, pero no las hago con esa intención”.
Sobrevivir a la misoginia. “Más que sobre el aborto, April habla sobre los problemas que acarrea ser mujer en este mundo, y me temo que son bastante parecidos en Georgia y en países supuestamente desarrollados. Actualmente, los derechos femeninos están amenazados en todas partes y me resulta inexplicable que haya tanta gente incapaz de aceptar que las mujeres tienen derecho a ejercer el control sobre sus propios cuerpos. La mentalidad imperante respecto a nosotras no ha cambiado mucho desde la Edad Media; estoy convencida de que, si de muchos dependiera, se nos arrebataría hasta el derecho a votar. En mi país los feminicidios son extremadamente frecuentes en muchas áreas y, al dejarlos impunes o castigarlos con excesiva levedad, el gobierno de algún modo fomenta que su número siga aumentando”.
Fotos: Tristan Fewings (Getty Images)