En sus propias palabras, al grano y sin preguntas, el director argentino nos habla de sobre la influencia de
Fellini y de Chaplin, actores que no intelectualizan y el mundo del circo. Así nos explica Luis Ortega El jockey, su nueva película protagonizada por Úrsula Corberó y Nahuel Pérez que llega a los cines este viernes.
Esta no es una película inspirada en el cine de Aki Kaurismaki
“Me decanté por el director de fotografía de Kaurismaki, Timo Salminen, porque es uno de los mejores del mundo y necesitaba a un tipo de iluminador que pudiera resaltar a los actores y los objetos. Haga la película que haga, es un creador que tiene un sello muy particular. De ahí que hayan comparado mi película con el cine del finlandés, pero no he trabajado con ningún director en la cabeza. Si acaso, Chaplin. También me gusta mucho Fellini y el universo del circo. Me atrae la idea de entrar en un mundo propio e interno, con la búsqueda de una trascendencia, pero sin perder el sentido del humor. Para sobrevivir en este mundo no hay que tomarse en serio, hay que estar dispuesto a hacer el ridículo y estar cómodo con no saber nada”.
Un salto al vacío actoral
“En general, me gusta mucho trabajar con actores que no lo son, pero en este caso, en cambio, necesitaba intérpretes sólidos. Mariana Di Girolamo es una de las mejores del mundo; Nahuel Pérez Biscayart, ni hablar, y con Úrsula Corberó (los dos en la foto) entré en contacto a través del Chino Darín. La conocí como persona primero, no como actriz, pero enseguida me transmitió una energía muy potente y surgió el deseo de hacer algo juntos. Tampoco había visto tanto de Mariana, pero supe que podíamos generar una confianza y estar todos a disposición de un mismo destino. Son los mejores y han podido entregarse a una aventura donde hay riesgos. Si un actor quiere entenderlo todo, intelectualizar y trabajar la psicología del personaje, El jockey no es ese tipo de película”.
Una película que encara lo desconocido.
“La vida está movida por fuerzas ocultas, nunca sabemos bien de qué va ni quién está moviendo los hilos. Vivimos en un mundo que le da la espalda a lo desconocido, porque hay que construir un personaje y una personalidad, hacer buenos negocios y sobrevivir. Así que yo quería hacer una película que entrara en contacto con todas las posibilidades que tenemos de vivir esta existencia como un yonqui, como un vagabundo, como un bebé, como un hombre, como una mujer, como un jockey. Un mismo personaje puede ser todo eso, y después del golpe que se da el interpretado por Nahuel, Remo Manfredini, incluso podía tener acceso a experiencias de otras vidas. Esas cosas son las que nos permiten tener empatía y entender al otro. Aunque no sepamos de manera directa lo que es estar en sus zapatos, hay un conocimiento de la condición humana que debe venir de otro lado”.