Entrevista a Alex Garland, director de ‘Civil War’: «Trata sobre la ansiedad y el peligro de que algo así ocurra”

Garland

Una América dolorosamente dividida es el escenario de Civil War, la distopía de Alex Garland (‘Ex Machina’) que nos sitúa en un futuro cercano a través de la mirada de Kirsten Dunst, Cailee Spaeny y Wagner Moura, tres periodistas que recorren un país enfrentado y envuelto en una guerra moderna con sensaciones terroríficamente actuales.

Kirsten Dunst, Cailee Spaeny (Priscilla) y Wagner Moura (Narcos, Tropa de élite) interpretan a tres periodistas en busca de la foto que inmortalice para la historia el fi nal de un país tal y como lo conocemos. “No caigáis en esto”, anhela Lee, la veterana fotógrafa de guerra encarnada por Dunst en Civil War. No luchéis, no vayáis a la batalla,
pretendía advertir ella a través de su trabajo en zonas bélicas. Pero es tarde, ya están ahí. EE UU está en guerra, una guerra fratricida que ha dividido el país brutalmente y en el que ellos avanzan como testigos, intentando llegar a Washington DC antes de que lo hagan las Western Forces, un batallón nacido de la unión entre California y Texas.

Aunque esta alianza que se plantea en la película entre los estados de California y Texas pueda parecer improbable en un principio, este enfrentamiento tiene lugar en un EE UU contemporáneo y reconocible para el espectador y quizá es, por eso, el relato más plausible que Alex Garland, autor de las distópicas 28 días después (2002), Ex Machina (2014) o Aniquilación (2018), ha imaginado hasta la fecha, como una premonición incendiaria que él escribió meses antes del asalto al Capitolio vivido en enero de 2021 e incluso antes de las elecciones de noviembre en las que Joe Biden se impuso a Donald Trump. “Todo el mundo se preocupaba por este tipo de cosas, mucho antes de que sucedieran”, explica el director vía Zoom, consciente de los paralelismos, unos días antes del estreno mundial del filme en el festival texano SXSW. “Creo que cuando sucedió, la gente estaba tan sorprendida que se olvidó de que había estado gestándose. No quiero decir que, específicamente, el asalto se podía haber predicho, pero la llegada de la violencia a la política llevaba tiempo creciendo y creciendo”.

Quizá por eso, Garland, aunque nacido en Reino Unido, ha elegido EE UU para contar su historia, un paisaje tan identificable que convierte la escena en algo surrealista y costumbrista al mismo tiempo. Después de redefinir el cine de zombies en las fantasmales calles vacías de Londres en 28 días después, Civil War nos lleva a un lugar donde el arrollador momento que viven sus ciudadanos podría estallar en cualquier barrio occidental. “Está sucediendo en EE UU, pero no sólo allí. Los problemas de la película existen en mi país, se pueden ver en muchos países europeos y fuera de Europa, en Latinoamérica y en Asia también están viviendo la misma polarización”, reflexiona Garland. “¿Eso hace realista mi película? Sólo puedo decir que espero que no. Espero que no sea así, la verdad, sería un desastre para EE UU y para todo el mundo si sucediera algo parecido. Y, en realidad, es una película que trata sobre la ansiedad y el peligro de que algo así ocurra”.

GUERRA EN LA CARRETERA

Paisaje americano y género americano, porque Lee, la experimentada fotoperiodista que retrata con espantosa
naturalidad las atrocidades que se le presentan, se subirá a una furgoneta con la joven aspirante Jessie (Cailee
Spaeny), Joel (Wagner Moura), su eterno compañero de viaje; y Sammy (Stephen Henderson), un periodista a la antigua usanza, para atravesar el país en una película tan grande como cercana, tan de acción como road movie. “En
parte, encuentras sabor americano en cualquier road movie, te permite crear una secuencia de momentos y cada uno es casi como un cortometraje. Puedes crear una sensación, un argumento o una discusión y lenta y naturalmente lo vas agregando en la estructura de la road movie”, explica el director.

Con 50 millones de dólares de presupuesto, esta es, definitivamente, la producción más grande para el respetado director Alex Garland. También lo es para su productora, la compañía del momento, A24. Y, sin embargo, en este espectáculo de imágenes a gran escala lo más importante ocurre, casi siempre, dentro del coche de los protagonistas, porque el valor del filme reside, precisamente, en que encuentra la sensibilidad para hablar de la guerra sin mencionar el origen del conflicto, ni detenerse en las consecuencias globales y poniendo al presidente de EE UU (interpretado por Nick Offerman) una sola vez en pantalla a lo largo de todo el metraje.

“Cuando tienes un tema muy, muy grande, pero estás tratando de hacer un drama, tienes que llegar a ese tema a través de la gente porque, si no, no es una película, es una lección”, explica Garland. “Lo que quieres es que la gente experimente los argumentos a través de seres humanos con sus debilidades, fortalezas, tristezas, felicidad, todas esas cosas que conectan a la gente con la gente, pero también a espectadores con personajes”.

PERIODISMO, ANTE TODO

Civil War no romantiza el valor en la guerra. Los personajes de Dunst y Spaeny manejan la cámara con
una destreza bella e hipnótica, pero igualmente se muestran en varias escenas aterrorizadas ante el esperpento
que están viviendo. ¿Ha conseguido hacer un filme de guerra antibélica? “Sé que muchas películas de guerra podrían parecer antibélicas, pero no lo son realmente, porque son seductoras, pero en esta película, con este tema… creo que habría sido casi antiético haber hecho una peli de guerra seductora. Tiene que ser beligerante”.

En Civil War, las implicaciones del trabajo de sus protagonistas están perfectamente explicadas. Garland
conoce bien su oficio, su padre era dibujante de tiras cómicas políticas en el Daily Telegraph. “Sus amigos
eran periodistas, dos de ellos eran corresponsales de guerra y yo los conocía muy bien, incluso viajé con ellos”, recuerda con admiración. “Parte del argumento gira alrededor del periodismo y su importancia: por qué necesitamos a los periodistas».

Creo que a menudo los han convertido en los villanos de la historia, pero yo quería evitar eso y quería mostrar – sin alzarlos como héroes, porque ellos también pueden tener motivaciones controvertidas– que también están haciendo algo valiente”.

Los personajes de Lee y Jessie, cuyo apellido es Cullin, no son casuales, rinden homenaje a dos fotógrafos
de guerra admirados por Garland y referenciados como los mejores de su época: Lee Miller y Don McCullin. De
hecho, la fotografía fija desempeña un papel esencial, convierte una película de acción en un drama cercano y delicado, adoptando a veces incluso la forma de un documental que ofrece instantáneas poderosas gracias al trabajo de Murray Close, director de foto que trabajó muy estrechamente con las actrices. Muchas de las imágenes que vemos son suyas. “Es un fotógrafo muy brillante”, afirma Garland. “Cailee, que quería aprender sobre fotografía, y él se hicieron buenos amigos. Murray le enseñó a disparar y a poner en marcha su cámara para ayudarle a tomar las fotos de verdad”.

Por su parte, Kirsten Dunst ha confesado que, cuando leyó el guion por primera vez, supo que quería hacerlo
porque “nunca había hecho algo así”. ¿Por qué ella? “Por dos razones: experiencia de vida, tenía 39 años cuando la rodamos; y porque es una actriz muy natural y tiene alma en su mirada”, contesta Garland. “Le colocas la cámara delante y puedes sentir que algo está sucediendo ante sus ojos, me pareció una cualidad perfecta para interpretar a una fotógrafa”.

Este viaje a través de la guerra es compartido por tres generaciones de periodistas. Jesse, la fotógrafa joven que
se cuela en la caravana, consigue sacar de quicio a Lee, quizá porque le recuerda a ella misma. Podrían parecer dos
personajes antagonistas que abordan la guerra de formas opuestas, pero, en realidad, son el mismo personaje en distintas etapas de la vida.

Entre estas dos fotógrafas se expone la esperanza frente al pesimismo. El director no esconde la apatía de sus
personajes de mediana edad frente a la ambición y el miedo expuestos por la más joven. Hay hastío y los años
presenciando estas situaciones han insensibilizado a Joel hasta el punto de fumarse un cigarro y compartir anécdotas mientras presencian una de las escenas más crudas de la cinta. “A veces, los periodistas tienen que existir en un espacio muy extraño, necesitan existir como seres humanos, que tal vez rían o tengan que distraerse”, expone Garland. “Pero su contexto está dentro de una guerra, es extremadamente perturbador e intenso, y tiene que ver con esa disonancia”. Ante la que deben mantener una mirada imparcial y también implacable.

 

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