Entrevista a Enrique Otero, director de ‘Honeymoon’

Enrique Otero 'Honeymoon'

Una película en 15 preguntas

¿Cuál fue la semilla del proyecto?

La idea inicial era contar la historia de unos vendedores puerta a puerta, algo muy propio de los ochenta, pero ambientada en la actualidad, y jugar con ese punto de anacronismo.

¿De qué dirías que habla Honeymoon?

Es una historia de amor entre dos personas muy desgraciadas que deben moverse en el contexto de una sociedad muy salvaje y egoísta.

Uno de los elementos más interesantes de la película es la fusión de géneros.

Es al mismo tiempo un drama sobre la pérdida, un thriller policiaco y una comedia negra sobre el patetismo de la condición humana.

Y también tiene mucho de road movie.

Efectivamente. Aunque los interiores están rodados en Galicia, los exteriores los filmamos en Zamora y Valladolid, en busca de esos espacios abiertos con cielos azules y campos amarillos que de alguna manera evocasen la Ruta 66.

¿Qué referencias cinematográficas tuviste en mente?

Muchas, seguramente algunas inconscientes. Pero la principal quizá sea Fargo y, en general, el thriller coeniano.

La música también juega un papel clave en el equilibrio de ese tono.

Es de Pablo Sanmamed. Trabajamos juntos desde hace ya mucho. Es un tío muy clarividente, que cala perfectamente lo que necesita cada secuencia. Nunca pone una nota de relleno.

¿Cómo fue trabajar con Javier Gutiérrez y Nathalie Poza?

Ambos son increíbles. Tienen métodos de trabajo muy distintos: ella entra de lleno en el personaje y no sale de él hasta que termina el rodaje; él se transforma instantáneamente justo antes de arrancar cada secuencia y tiene una capacidad de concentración impresionante.

¿Aportaron los actores algo a sus personajes que no estuviese de antemano en el guión?

Mucho, especialmente Nathalie Poza. Un día llegó con un background tremendo del personaje que yo ni había imaginado.

¿Cómo diseñaste esos personajes secundarios tan complejos y estrafalarios?

Desde el principio quería crear un universo muy rico en secundarios. Que no tuviesen necesariamente una subtrama, pero que fueran personajes interesantes, con aristas, dignos incluso de un spin off.

¿Cuál fue el principal reto de hacer esta película?

El tono. Encontrar un equilibrio en esa amalgama de géneros no era nada fácil.

El emblemático Mazinger Z también tiene una importancia crucial en la película. ¿Por qué este personaje?

Formaba parte de nuestra infancia, tanto de la de Roberto G. Méndez, mi co-guionista, como de la mía. Además, la trama y los personajes de esa serie nos permitían establecer un paralelismo con la historia que se cuenta en la película.

¿Cuál es tu secuencia favorita de la película?

Las de Javier Gutiérrez con la niña. Creo que desprenden una ternura auténtica.

¿Y la más difícil de rodar?

La secuencia con el perro en la caravana. Ya dijo Mir. Hitchcock que eso de trabajar con animales…

¿Alguna anécdota del rodaje?

Los personajes iban a viajar toda la película en una caravana Chrysler Voyager antigua y super chula que ya habíamos comprado y, el día antes de comenzar el rodaje, se nos estropeó. La sustituimos por el coche que aparece finalmente, y la verdad que, visto ahora, me parece una opción mejor.

¿Próximos proyectos?

Estoy con un par de cosas muy diferentes entre sí: la historia de una chica punk en la Movida Viguesa de los 80 y un thriller internacional sobre Bobby Fisher y Yuri Gagarin.

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