Arturo Valls se convierte en el peor hombre del mundo en su nueva comedia junto a Malena Alterio. El director Fernando García-Ruiz nos cuenta cómo ha sido el rodaje de Mala persona.
Por Enid Román Almansa
Pepe (Arturo Valls) es la mejor persona del mundo. Buen vecino, marido enamorado, padre atento y maravilloso amigo. Sin embargo, un día recibe una noticia que lo cambia por completo. Tras descubrir que sufre un cáncer terminal, decide que quiere convertirse en la peor persona del mundo para que sus seres queridos le odien y no sufran cuando ya no esté. Ello le lleva a vivir las situaciones más alocadas, inesperadas y macarras de su vida, algo que lleva a su querida esposa (Malena Alterio) por el camino de la amargura.
Hablamos con el director Fernando García-Ruiz para que nos cuente un poco más sobre esta irreverente comedia.
¿Qué nos puedes contar de Mala persona?
La gente se va a encontrar una película divertida con un humor un poquito irreverente, pero, dentro de lo que hemos
buscado, lo más inteligente posible. Y en el fondo también se van a encontrar una comedia romántica un poquito bestia. La idea es que la gente se divierta y que podamos tratar temas que, a lo mejor, de una manera más seria no podríamos.
¿Cómo llegan Arturo Valls y Malena Alterio a protagonizar esta historia de amor?
La verdad es que fueron prácticamente los primeros nombres que surgieron. Pensamos: “¿Quién puede ser el
mejor Pepe posible?”. Necesitábamos a un actor que tuviese vis cómica, que supiese bailar y que no tuviese vergüenza ninguna a la hora de hacer todas las acciones que tiene que hacer durante la película. Y así surgió el nombre de Arturo, con el que ya había trabajado anteriormente en Descarrilados. Tenemos una relación magnífica y toda la confianza del mundo y sabía que lo iba a hacer fenomenal. En el caso de Malena, fue prácticamente lo mismo. Dijimos: “Esta Sagrario maravillosa que le perdona todo a Pepe, cegada por el amor…”. Necesitábamos a alguien que consiguiera sacar el personaje de la manera como lo ha hecho ella. Estoy muy agradecido porque ellos hacen que
la película sea mucho mejor.
La verdad es que forman un dúo divertidísimo.
Son una maravilla de personas. Son súper inteligentes, entendieron la idea y el tipo de comedia que queríamos hacer
–negra, cañera, que fuese divertida y que realmente sorprendiese un poco a la gente– enseguida. Además, empatizaron muy bien y hubo mucha química entre ellos desde el primer momento. De hecho, muchas veces trabajaron juntos por su cuenta como, por ejemplo, a la hora de pensar las coreografías que sus personajes bailan en algunos momentos. Me sorprendían porque llegaban y me decían: “Oye, mira, hemos preparado este paso de
baile juntos, a ver qué te parece”. Fue una delicia poder trabajar con ellos.
A lo largo de la historia, vemos a Pepe pasar de ser un buenazo a la peor persona del mundo. Ahí también hay un trabajo físico importante.
Sí. Arturo y yo teníamos muy claro que teníamos que evitar esa imagen clásica de Arturo Valls, esa imagen del presentador y el tipo simpático y encantador que conoce todo el mundo. Queríamos construir un personaje en el
que, realmente, la gente no le viese a él, y eso era un reto. Hicimos un montón de pruebas de maquillaje, de peluquería, de caracterización… Incluso, en un momento dado, probamos que fuese calvo. Le dije: “¿Te atreves a ponerte calvo?”. Y él me contestó: “Bueno, tengo cosas de televisión, pero venga, ¡adelante!”. Lo hubiera dado todo,
lo que pasa es que, dentro de los procesos que hicimos, el tema del pelo rizado nos daba ese punto de bondad.
Luego también queríamos marcar esa evolución a la maldad en el físico. Según va siendo más malo, va resultando un
poco más atractivo.
A ellos se suman José Corbacho, Julián Villagrán, Betsy Túrnez… ¿Cómo es dirigir un reparto como este?
La verdad es que me lo han puesto muy fácil porque trabajan tan bien y tienen tanta gracia… Sólo tienes que subirte al carro con ellos. Participan y aportan, pero también respetaban mucho el guion porque les encantaba tal cual
estaba escrito, aunque, por supuesto, aportaron su personalidad a cada uno de los personajes. Pocas personas pueden hacer un cura como Corbacho, Betsy está maravillosa y yo disfruté muchísimo los momentos íntimos
entre Julián y Arturo. Nos hemos reído un montón, hemos trabajado como bestias, porque ha sido muy intenso
también, pero la verdad es que ha sido maravilloso. ¡Mi labor realmente era no estropear demasiado su trabajo!