Por Pelayo Sánchez
André y Vera, una joven pareja de emprendedores que acaba de diseñar una revolucionaria aplicación móvil sobre salud íntima femenina con el nombre de Epione, es seleccionada en un prestigioso taller donde, bajo la supervisión de un coach, tendrá la oportunidad de aprender a vender su proyecto. Poco antes de afrontar el que podría convertirse en su gran trampolín profesional, Vera se somete a una terapia de hipnosis con el objetivo de dejar de fumar.
Sin embargo, el tratamiento no sólo logra alejarla de su adicción al tabaco: tras la sesión, algo parece liberarse en el interior de la joven, quien, de pronto, se ve despojada de sus miedos y ataduras, deja de atender a lo que los demás esperan de ella y comienza a afrontar el mundo con una insólita seguridad en sí misma. Una actitud que no sólo no terminará de agradar a André, su compañero de vida, sino que pondrá en jaque los cimientos de su relación.
Así, entre Vera y André, brillantemente interpretados por Herbert Nordrum (La peor persona del mundo) y Asta Kamma August (Ocurrió a orillas del río) respectivamente, se abre un abismo cuando ella, hasta entonces siempre tímida y comedida, cambia imprevisiblemente su actitud sumisa: el destello de franqueza y confianza que desprenden ahora sus ojos provocarán que André, desconcertado e incómodo ante las situaciones que su pareja provoca, vea cuestionado su papel de líder asociado a su supuesta masculinidad.
Tras dirigir cuatro cortometrajes y una serie de televisión, el joven cineasta sueco Ernst De Geer debuta en el largo con Hipnosis, una oscura y afilada sátira, narrada desde el habitual distanciamiento propio del cine nórdico, sobre los roles de género en el ámbito de la pareja que llega a las salas para reafirmar el excelente momento que atraviesa la cinematografía escandinava, con cineastas como Thomas Vinterberg (Otra ronda, 2020), Joachim Trier (La peor persona del mundo, 2021), Kristoffer Borgli (Sick of Myself, 2022) o Ali Abbasi (Holy Spider,2022) a la cabeza.
El film, que De Geer coescribe con su guionista habitual, Mads Stegger (y que juega también a retratar con sorna el venenoso mundo del emprendimiento, la cultura empresarial y los falsos gurús, tan a la orden del día), nos lanza una incómoda pregunta (y, lo que es más interesante, evita darnos respuesta, optando por que sea el espectador quien bucee en las zonas grises de su propio comportamiento): ¿Cuánto hay de mera performance en nuestras relaciones sentimentales? Si fuésemos despojados de nuestros roles normativos, ¿Cómo aprenderíamos a amar al otro?
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