Juan Díaz de Garayo, ‘el Sacamantecas’, primer asesino en serie ‘oficial’ en la historia de España, es el personaje que inspira la nueva película de David Pérez Sañudo, un thriller con un profundo fondo dramático y con retrato de una época, siglo XIX, marcada por la crueldad contra las mujeres. Antonio de la Torre, Patricia López Arnaiz y Josean Bengoetxea son los protagonistas.
Por Begoña Piña
El Sacamantecas es un siniestro personaje del folclore español, un tipo que mata mujeres y niños para sacarles la manteca con la que hacer jabones y otros ungüentos. También es el apodo que se ganaron unos cuantos asesinos reales, especialmente Juan Díaz de Garayo, violador y asesino de mujeres, conocido como el primer asesino en serie de la historia de España, y personaje que inspira esta historia.
Sacamantecas es, además, la película con la que su director, David Pérez Sañudo (Ane y Los últimos románticos) da el gran salto. Más de 3.000 figurantes, mucha acción, secuencias con multitud de personajes, una historia ambientada en medio de una guerra civil (los estertores de la III Guerra Carlista)… “Es una película muy complicada y ambiciosa, y sobre eso planea el reto de que no sea pretenciosa. Lo que planteamos hacer no es sencillo con los presupuestos que manejamos en Europa, pero somos optimistas”, dice el director, autor del guion junto a Sergio Granda, sobre una historia original de Asier Guerricaechebarría y Joanes Urkixo.
Patricia López Arnaiz y Antonio de la Torre se reencuentran después de Los destellos; y les acompañan Josean Bengoetxea, Eneko Sagardoy, Luis Callejo o Urko Olazabal. Ambientado en Álava a finales del siglo XIX, el filme cuenta cómo varias mujeres aparecen estranguladas en las afueras de Vitoria. Ángela Berrosteguieta, hermana de una de las víctimas, está decidida a demostrar que Juan Díaz de Garayo, un campesino analfabeto, es el responsable de los crímenes. El jefe de los alguaciles, Pío Pinedo, se enfrenta a la falta de recursos en esos tiempos de guerra y a la presión de las autoridades, que prefieren ocultar la creciente ola de asesinatos.
Con dirección de fotografía de Kenneth Oribe y banda sonora compuesta por Beatriz López-Nogales, Sacamantecas es una película que contendrá un mosaico del momento, “tiene algo de análisis social de la época y, como tal, no se reduce exclusivamente a un asesino, como tampoco a una víctima”, explica el director, que añade: “Pero sí que se ha hecho con mucha atención hacia las víctimas”.
Y en este sentido, según afirma Pérez Sañudo: “Hay un diálogo constante con el presente. La película está escrita desde nuestra perspectiva del siglo XXI y, claro, hay un diálogo sobre cómo nos afecta el siglo XIX hoy día, pero al mismo tiempo hay mucha prudencia, en cuanto a que es muy difícil ser honestos y no caer en el juicio moral desde nuestros días, que es inevitable, por otro lado”.
Rodada en euskera con algunas partes en castellano, Sacamantecas cuenta cómo esos años significaron un retroceso para esta lengua. “Son años en los cuales lo interesante, lo llamativo, es aprender el castellano, porque la concepción de la época era ésa, aprende la lengua que te va a dar trabajo. No había esa sensibilidad hacia el propio valor que podría tener el euskera. Me interesa mucho el análisis de cómo también hay un deterioro cultural, en el caso lingüístico, un desprecio absoluto”, añade el cineasta.
Aunque confiesa que no puede desvelar demasiado de ello, la película, aprovechando el personaje del folclore, también es una reflexión acerca de la idea de progreso. “Constantemente dialoga sobre qué significa el progreso y sobre la relación entre violencia y cultura”, dice. “Por lo general, tendemos a entender el progreso como progreso tecnológico y eso es muy delicado, porque progreso era, por ejemplo, llenar de ferrocarriles el país, pero el ferrocarril puede ser síntoma de progreso para un municipio por el que pasa, pero ¿qué ocurre con el municipio que no tiene parada de ferrocarril?
No hay un análisis crítico de ello en el momento, sólo se puede realizar a posteriori –prosige Pérez Sañudo–. Y la película sí que ronda estos temas”. Con Sacamantecas este cineasta vuelve a poner el foco en personajes de la clase trabajadora, aunque, insiste, sin ninguna intención de victimismo. “Cuando empezamos a trabajar, nunca pensamos en eso, pero sí, de alguna manera se da el caso de que los personajes son otra vez trabajadores, quizá porque desconozco el trabajo de un diplomático o de alguien en las altas esferas… y yo creo que uno cuenta lo que ve cerca o lo que le llama la atención. Simplemente, me interesan estos personajes, me salen de forma natural, también con sus errores”.
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