Estrella del cine danés y europeo, Trine Dyrholm (Celebración) es Dagmar Overbye, una asesina popular de su país, en la nominada al Oscar La chica de la aguja.
La primera vez que Trine Dyrholm se reunió con el director Magnus Von Horn para comentar el guion de La chica de la aguja, le dijo que “sí, muy bien, gracias, pero dale una vuelta y volvemos a vernos”.
Algo así fue. Casi literal. La actriz, nacida en Odense, Dinamarca, conocía muy bien el personaje que el cineasta la ofrecía: Dagmar Overbye, una mujer juzgada a principios del siglo XX como asesina en serie porque ayudaba a mujeres a abortar y otras cosas. Contar más sería desvelar toda la historia de La chica de la aguja, que se estrenó en el pasado Festival de Cannes y ha llegado a la nominación final de película internacional. Aunque, precisamente porque en Escandinavia era una historia tan conocida, Dyrholm le dijo que no. “Yo había leído incluso algún libro sobre ella, sabía que llevaban años intentando llevarla a la pantalla, pero contar la maldad por maldad no me interesaba. Me considero una actriz que quiere conectar con la audiencia y lo hago eligiendo cuidadosamente mis películas, sabiendo que tratan sobre temas existenciales que resuenan con nosotros, porque creo que, más que nunca, necesitamos compartir la carga de estos tiempos”, explicaba justo en Cannes, tras la premiere, donde, por cierto, volvía 25 años después de presentar allí el título que lanzó su carrera, Celebración, de Thomas Vinterberg.
Von Horn no se tomó mal el rechazo, al contrario, entendió lo que la actriz le decía y le dio la vuelta a su historia, cambiando el punto de vista. La protagonista de La chica de la aguja pasó a ser Karoline (Carmen Sonne), una trabajadora de fábrica de la posguerra que, sin saber nada de su marido, se queda embarazada del patrón. Este, por supuesto, se desentiende y, desesperada, Karoline prueba distintas formas de intentar deshacerse de un bebé que no puede mantener hasta dar con esta misteriosa mujer (Dyrholm) que regenta una tienda de caramelos y ayuda a otras mujeres dando en adopción a sus niños. Supuestamente. “Yo veo a mi personaje como la consecuencia de la estructura social”, explica. “Y a la vez es pura maldad, Magnus y yo hablamos de referencias que iban del Oliver Twist de David Lean a El exorcista. Y las vi para intentar entender la mente de esta mujer, una mujer que tiene que dar miedo. Fue un trabajo muy complejo y desafiante porque suponía toda esa intensidad emocional y a la vez ser técnicamente estrictos por el blanco y negro”.