¿De qué maneras habitamos la rabia las mujeres? Ese es el corazón de La furia, de Gemma Blasco (Zoo), inspirada en una experiencia personal y protagonizada por Ángela Cervantes y Àlex Monner.
¿Cuál es la semilla de la película?
Todo parte de una experiencia personal que tuve a los 18 años.
Esto coincide con el momento en que empiezas a estudiar cine.
Sí. Por ello, en aquella época, no podía evitar buscar conexiones entre las imágenes cinematográficas y lo que yo estaba viviendo.
¿Y las hallaste?
Lo cierto es que no logré encontrar ninguna película que abordase esta temática y en la que yo me sintiera verdaderamente representada.
¿Por qué?
Solían narrar las agresiones sexuales desde la perspectiva de la superación. No encontraba relatos que desgranaran el proceso traumático y sus consecuencias en el entorno.
Algo que sí está en el centro de tu película.
Sí. Sobre todo, mediante metáforas visuales con lo animal, lo físico, lo violento. El cuerpo herido como metáfora del horror que transcurre por dentro.
¿Dirías, entonces, que es una película autobiográfica?
No. La que se cuenta en pantalla no es mi historia. Sí que está inspirada en un hecho autobiográfico, pero es una ficción.
¿Cómo entró Ángela Cervantes (La maternal), la actriz protagonista, en el proyecto?
Somos amigas desde la infancia. Ella, en su momento, me apoyó mucho durante mi proceso. Siempre supe que, si hacía esta película, sería la protagonista.
Su personaje atraviesa estados emocionales realmente intensos.
Para ella fue un gran reto. Y lo más difícil fue sostener esa carga durante las cinco semanas que duró el rodaje. Ambas acabamos muy desgastadas, emocionalmente hablando.
En la película, el teatro (concretamente la Medea de Eurípides) juega un papel catártico para la protagonista.
Sí. Es una forma de canalizar su trauma. Siempre he pensado que el arte es un medio brutal y sanísimo para ello.
La furia hibrida muy bien los códigos del naturalismo con los del thriller psicológico.
Al final, es una película que habla de lo que ocurre dentro de su protagonista. Para lograr esa atmósfera y ese tono de terror, me di cuenta de que debía recurrir a las herramientas del thriller.
¿Tenías en mente alguna referencia cinematográfica durante el proceso creativo?
Por la parte más naturalista, pensé mucho en el cine de Andrea Arnold. Por el lado onírico, Cassavetes fue clave, concretamente Noche de estreno. También Matar a Jesús, de Laura Mora Ortega, o Paulina, de Santiago Mitre.
¿Y alguna fuente de inspiración más allá del cine?
La teoría King Kong, de Despentes.
¿Cómo fue el proceso de dirección de actores?
La película es muy fiel al texto, pero, aun partiendo de ahí, creamos una dinámica en la que cabía una cierta improvisación.
¿Aportaron algo los actores a sus personajes?
Mucho. A este pequeño espacio para la libertad se debe, en parte, la enorme complicidad en pantalla entre los personajes de Ángela y Àlex Monner (Bajocero, La próxima piel), que son hermanos en la película.
¿De qué dirías que habla La furia?
De las maneras en que las mujeres habitamos la rabia, algo que no nos han enseñado demasiado a hacer.
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