Leonardo Sbaraglia y Marcelo Subiotto se ríen de la vida en ‘Puan’: «Es un acto de rebeldía»

Sbaraglia

Leonardo Sbaraglia y Marcelo Subiotto interpretan a dos profesores universitarios de Filosofía en una Argentina que pelea por una educación pública de calidad. María Alché y Benjamín Naishtat ponen humor a la revolución en Puan.

Por Irene Crespo

Dos profesores de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, ambos de mediana edad, con carreras de prestigio. Los dos se enfrentan para conseguir el puesto de jefe del departamento vacante por la repentina muerte de su ocupante. Más allá de la lucha de estos dos hombres (interpretado por Marcelo Subiotto Leonardo Sbaraglia), emerge la de la calle, la de la defensa de la educación pública.

Todo eso cuenta Puan (nombre coloquial con el que se conoce a la facultad porteña de Filosofía), de María Alché y Benjamín Naishtat (premio al Mejor Guion y Mejor Interpretación Protagonista para Subiotto en el pasado Festival de Cine de San Sebastián), una película –y la siguiente entrevista– hecha antes de la llegada de Milei al poder
en Argentina. Quizá, justo por eso, el filme y su mensaje tienen más valor aún.

Una película protagonizada por un profesor de Filosofía de mediana edad… Eso sí que es una revolución. 

Leonardo Sbaraglia: Es un acto de rebeldía [risas]. Es cierto, me gusta.

Marcelo Subiotto: Desde la dirección hubo la intención de trabajar el género de la comedia dentro de la película porque hablar de unos hombres que dan clases de Filosofía podía ser un poco engorroso; también había una idea de jugar con esos dos planos: el universo académico donde parece que el saber que te pone en un lugar importante; y la vereda, la calle, donde, una vez que sales, aparece la vida de estos dos profesores que podía ser la
de cualquiera de nosotros.

Son dos personajes opuestos en su manera de enfrentarse a la vida.

Subiotto: Creo que los entornos marcan a esos personajes. Marcelo Pena, mi personaje, vive en Puan, es el nombre
de la calle donde queda la sede de la facultad, y así se la conoce, y es el lugar donde él ha estado en los últimos 20 o
25 años de su vida, con toda la pasión y vocación, pero él se ha quedado, sin darse cuenta, cristalizado en ese universo; y la piña que se va a dar cuando se entera de la muerte de su mentor, muy cercano a él afectivamente, le va a mostrar el mundo de manera diferente, y la aparición del personaje de Rafael (Sbaraglia) le pone un espejo frente a él que le va a modificar muchísimo.

Sbaraglia: Es imposible definir mi personaje, Rafa, sin Marcelo porque es un personaje funcional a ese espejo
y a esa crisis que Marcelo va a tener. A Rafa se lo puede entender o prejuzgar casi desde la subjetividad del personaje
de Marcelo, por eso se le ve como un posible antagónico, aunque luego se va complejizando.

¿Cómo trabajasteis ese tono sutil de humor y temas serios y densos?

Subiotto: Poniendo, sobre todo, el acento en las situaciones, que son de por sí graciosas. Y me pareció buena idea transitarlas como si les pasaran a cualquier persona, se les pone en una situación ridícula. El tono actoral que estuvimos trabajando fue ese, no ser los cómicos que esperaría el público, sino personas normales que
tienen que pasar por situaciones que son un poco patéticas y humillantes, pero que, para el otro, que está observando, es algo tan primitivo…

Sbaraglia: Pero, además, son muy reales, están muy bien observados los diálogos, es así, esto es lo que ocurre. En Argentina, con el tema del dólar, por ejemplo, el paradigma del éxito del que viene de Europa, que puede pagar todos los vinos, porque para él no es nada, es así… Esto es parte de nuestra realidad y se cuenta con humor, con ironía, sin dejar de perder un profundo amor y respeto por estos personajes. Por este hombre que ha dedicado su vida a la educación pública.

¿Hasta dónde está inspirada en la realidad argentina?

Subiotto: Hay una realidad en la educación pública que no es nueva, es un reflejo de ese momento particular
de hoy, pero también de la situación que en Argentina y muchos otros países latinoamericanos que viene de
hace muchos años. Es lindo que esos personajes, a pesar de todo, tengan esa vocación, esa responsabilidad de
la educación pública desde el deber y la dignidad y llevada adelante con esa pasión increíble.

La película es muy argentina, pero a través de detalles que no están sólo subrayados ni en primer plano.

Sbaraglia: Es muy argentina, la economía argentina es así… Estamos todo el tiempo creando rollo. Ese placer nostálgico.

¿Qué es la melancolía porteña?

Sbaraglia: Es parte de nuestra cultura, así como la española tiene el flamenco, por un lado; y la pandereta, por otro, la alegría… El argentino… tiene esta cosa melancólica. Somos un tango [risas].

Subiotto: De hecho, el tango que aparece en la película, Niebla de riachuelo, de alguna manera está narrando el estado en el que está el personaje de Marcelo, habla de aquello que ya no está. Representa esa nostalgia.

La Filosofía no parece estar de moda, y esta película justo plantea su necesidad. 

Sbaraglia: Creo que la idea que plantea es que justo, frente a las grandes preguntas de la vida está la vida misma. Y, por eso, es necesaria la Filosofía.

Subiotto: Las preguntas que plantea la Filosofía (quién soy, cuál es mi lugar…) marcan la diferencia entre ser un número y ser personas tratando de navegar en esta [vida] que te toca. En estos tiempos que corren, me parece que la Filosofía es más que importante.

Fotos: Pablo Cuadra (Getty Images)

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