En Salve María, protagonizada por Laura Weissmahr, Mar Coll presenta la maternidad en los códigos del thriller y aborda el último tabú: las madres arrepentidas.
Por Irene Crespo
La noche que se conocieron la directora Mar Coll y la actriz Laura Weissmahr, en una cena después de que la primera hubiera ido a ver al teatro a la segunda, hablaron mucho, conectaron, pero Laura se dio cuenta de que Mar no paraba de mirarle las ojeras, recuerda entre risas la intérprete que, hasta ahora, había desarrollado su carrera más en teatro, en circuitos alternativos. “Al día siguiente recibí el guion de Salve María y la descripción del personaje, de María, era: ‘una mujer baña a su bebé, tiene unas ojeras…”, vuelve a reír.
Claramente, hubo algo en el físico y lo que transmitía Weissmahr que a la directora de Tres días con la familia le atrajo y aun así… “fue un casting larguísimo”. “Fueron tres o cuatro pruebas, cinco meses”, continúa la actriz. “Acabé desquiciada”. Pero la directora tenía que estar muy segura sobre la elección final, sobre esa mujer que lleva todo el peso de una historia difícil, incómoda, que habla poco, que lo dice todo con la tensión de su cuerpo, con su mirada perdida, vidriosa, vacía.
María es una escritora de éxito en sus 30, la conocemos cuando acaba de ser madre, probablemente hace pocas semanas, su marido, Nico (Oriol Pla), está trabajando, aún no ha podido cogerse la baja, pero está presente como puede, no es el típico padre desaparecido, aunque tampoco es capaz de ver lo que está ocurriendo, o si lo ve, no sabe interpretarlo. Ve que María no habla con Eric, casi no le mira y vive con pavor cualquier vómito o nuevo hábito.
Está convencida de que el bebé tiene “una tara”. No conecta con él. En ese mundo interior vive cuando aparece la noticia de una mujer que ha matado a sus dos bebés de 10 meses, María se obsesiona con esta infanticida y empieza a escribir, vuelve a escribir, reencontrando en esos momentos lo que ella era. Salve María es la adaptación de la novela de Katixa Agirre, Las madres no. Mar Coll y Valentina Viso, que llevan trabajando juntas desde Tres días con la familia, ópera prima de la directora, la leyeron justo cuando estaban pensando en su siguiente largo, después de una década centradas en series (Matar al padre, Esto no es Suecia...).
“Parecía bastante obvio que uno de los temas que podíamos tratar era la maternidad, las dos éramos madres, una experiencia que nos parecía muy radical, poco explorada, un tema actual de lo que se hablaba bastante y nos llegó esta novela, queríamos hacer algo diferente, no seguir dando vueltas sobre nuestro universo”, explica Coll. “Y había algo en esta historia con grietas que nos movía, nos conmovía… A partir de un material que no era propio y que era un thriller, nos despertaba el deseo de hacer algo diferente, jugar, probar a hacer otras cosas, explorar otros caminos…”. Salirse de la zona de confort era el objetivo y un gran reto que empezó en la escritura (adaptar la novela, mezcla de distintos géneros, encontrar la película) y continuó en el rodaje.
“La idea era que la peli tuviera riesgo, que fuera refrescante”, dice Coll. “Cuando eres cineasta hay mucho de estrategia, quieres hacer algo que pueda interesar, pero las películas valen un dinero, cuestan un esfuerzo, tiene que tener toda la parte de interés, compromiso y cuestión personal, pero quería hacer algo también que me pudiera interpelar como espectadora”.
MATERNIDAD SAGRADA
Para Weissmahr también fue todo un reto. No sólo era su primer protagonista en cine (“Llevo muchos años esperando este momento, lo viví de una manera muy romántica”, explica), sino que además era esta protagonista. “Al principio de todo pensé ‘si yo no soy madre, cómo lo voy a hacer’, lo tuve que ir descubriendo. Me salió desde un lugar muy intuitivo, que se completó con la ayuda de Mar”, explica. “Tirando de mi propia oscuridad, de experiencias mías… Todos hemos tenido situaciones en nuestras vidas en las que hemos tenido que lidiar con nuestro monstruo interior. Y luego al ensayar y rodar con bebés reales viví la historia de María en tiempo presente”.
En el filme aparecen tres bebés reales y un muñeco sólo para alguna de las escenas extremas. “Coges esos bebés que no son tuyos, tan delicados, era una tensión altísima”. Y un realismo tenso buscado para que acompañemos a María en su viaje, la entendemos a pesar de que la idea de una madre no quiera a su bebé, que una madre pueda arrepentirse de serlo, apela directamente contra nuestra naturaleza humana y social ahora mismo. “Cuestiona algo que tenemos muy asumido, es sagrado, para nosotros de ahí parte todo, es nuestro origen”, cuenta Coll.
“Es una película de terror sobre ser madre”, añade Weissmahr. Y la directora incide en ese puerperio que representan en pantalla y que tiene mucho de “body horror”. “Aunque no hayas querido matar a tu bebé, sí que pienso que todas las maternidades tienen una parte oscura.
El poder de dar vida tiene un reverso que es dar muerte, el bebé es muy frágil y la responsabilidad es gigantesca, el cambio es radical y se despiertan las emociones muy bestias… tiene todos los elementos de una peli de terror”, confirma Coll. Y,por además, llevándose la historia al thriller conseguían conmover a otro público, no sólo madres. “Han logrado que la película sea más universal, el viaje de María es un viaje mucho más emocional, no es discursiva, no es un panfleto…”, dice la actriz. “Es algo más abstracto, que no necesita decir mucho, María, de hecho, casi no habla. Y tú como espectador haces ese viaje con ella”.
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