Empezó desde pequeña con la música hasta que, con 20 años, decidió dar un giro a su vida y darle una oportunidad a la actuación. Con Los destellos, su primera película, la valenciana debuta en un papel difícil, emotivo y fuerte que demuestra que aquella niña que no se planteaba ser actriz es, efectivamente, toda una artista.
Por Enid Román Almansa
“Es muy fuerte, muy fuerte, muy fuerte”, dice Marina Guerola (Valencia, 1997) sobre su primera experiencia en una película. Y no es para menos. Su debut como actriz con Los destellos lo ha dirigido Pilar Palomero (Las niñas, La maternal) y sus compañeros de reparto han sido Patricia López Arnaiz (Ane, 20.000 especies de abejas), Antonio de la Torre (Azul Oscuro Casi Negro, El reino) y Julián López (La hora chanante, Pagafantas). El día de la entrevista, queda poco menos de un mes para que el filme, en el que Guerola da vida a Madalen, una chica con padres divorciados que decide cuidar de su padre enfermo, se estrene en el Festival de San Sebastián (después llega a los cines el 4 de octubre). “No soy consciente, se me pone un gusanillo por dentro…”, admite ilusionada. “Todos los actores y actrices soñamos con hacer una película en el día de mañana y, ahora que lo estoy viviendo, es como que mi cabeza no consigue entender qué está pasando”.
Ese, cabe decir, no es un deseo de su infancia, sino que lo soñó un poco más tarde, cuando se dio cuenta de que el bachillerato de ciencias no era para ella y que la música, su fiel compañera desde que era pequeña, quizá no era la profesión para la que había nacido. “Estaba terminando mi último año de conservatorio y dije: ‘A nivel profesional, no sé si me acabo de ver”, confiesa.
Lo que sí que estaba claro es que destinada a este mundo del entretenimiento sí que estaba. “Yo quería hacer muchas cosas, ¡quería ser veterinaria! Nunca dije ‘quiero ser actriz’, pero también es verdad que me veo en los vídeos de cuando era pequeñita y me veo artista, porque me encantaba disfrazarme, me ponía a bailar y hacía espectáculos a mi familia”.
Fue su prima la que, cuando se encontraba decidiendo qué camino podría tomar, le metió la idea de ser actriz en la cabeza y, una vez lo probó, ya no hubo marcha atrás. “Pensé: ‘Esto como que me lo gozo’ y sentí algo dentro de mí que me dijo que era justo esto lo que tenía que hacer”, recuerda. Tras acabar su formación en plena pandemia, se encontró sola frente al mundo laboral –“¿Qué hago con mi vida? ¡No sé lo que tengo que hacer!”– y, mientras seguía formándose como intérprete, buscó trabajo en un escape room y haciendo pequeños espectáculos para niños en los colegios, hasta que el casting para la nueva película de Palomero llamó a su puerta. Lo que viene a continuación es la nube –la felicidad con la que habla nos dice que esa es la palabra correcta– en la que ha vivido desde entonces.
SUEÑO CUMPLIDO ENTRE ESTRELLAS
Dicen los supersticiosos que, si al inicio de un cambio en tu vida algo va mal, esa nueva etapa está condenada. La parte buena es que, si va bien, puedes esperar bonitas y exitosas experiencias. Sea verdad o no, en el caso de la valenciana, así es exactamente como se ha dado. “Incluso en el proceso de casting me sentí cómoda y arropada”, recuerda. “Cuando haces tú primera película tienes inseguridades, eso es así, pero Pilar te da confianza y, además, tiene una sensibilidad súper bonita que consigue transmitirte”, afirma sobre la directora.
“También sabe escuchar. Me refiero a ver cuáles son tus necesidades, qué necesitas para conectar con la historia. Es muy guay y de verdad que he aprendido muchísimo, muchísimo, muchísimo de ella”.
De ella, y del resto de compañeros, que han hecho que el recuerdo de Guerola de pisar por primera vez un set de rodaje sea para siempre uno de los buenos. Para dar vida a esta familia compuesta por una madre (López Arnaiz), su nueva pareja (López) y un padre enfermo (De la Torre) decidido a no dejarse ayudar por su exmujer hasta que no tiene más remedio, los actores convivieron durante una semana para “preparar los antecedentes de sus personajes y tener luego una memoria emocional de dónde tirar en el rodaje”. “La película es muy cercana, también por el tema que trata y las circunstancias”, explica Guerola. “Es todo muy sensible y muy cuidado, así que convivimos para que eso fuese algo fácil a la hora de trabajar.
Trabajamos mucho de improvisaciones para ver qué surgía, para ir encontrando cosas del personaje, cosas con las que poder conectar”. Pasaron mucho tiempo juntos, pero ello no quiere decir que la actriz acabe de creerse el hecho de que haya podido compartir este sueño con ellos. “Yo pensaba que quizá no iba a ser una película muy conocida y cuando me dijeron el reparto fue como: ‘¿Hola?”, recuerda riendo. “No me lo podía creer, porque son gente que tienen muchísima experiencia y yo no tengo”, afirma. “He podido aprender mucho de ellos, tanto profesional como personalmente. Me lo han puesto todo en bandeja, nos hemos ayudado mucho entre todos y han hecho que trabajar sea fácil, que me sienta segura, y me han enseñado que, si pasa algo, no pasa nada por comunicarlo. Ha sido un lujazo”.
UN VIAJE LLENO DE EMOCIONES
Y mientras todo eso pasaba en el exterior, en el interior de Guerola había otras mil emociones que dominar. “Te juro que lo pienso y me emociono, eh”, dice sobre lo que ha supuesto para ella rodar algunas de las escenas más emotivas de la película junto a De la Torre. “La escena de los paliativos, por ejemplo, la recuerdo fuerte, porque se pone en palabra la muerte, se habla de eso y, en el día a día, no hablamos de eso”, reflexiona.
“Creo que ponerlo en palabras es como: ‘¡Guau! Real que esto va a pasar’, porque tú puedes pensar algo, pero cuando lo hablas se hace realidad de verdad”. Incluso hubo alguna escena en la que admite que Palomero tuvo que pedirle que rebajase su actuación. “En la primera toma Madalen lloró lo que no estaba escrito, pero al final tampoco quiere que su padre la vea así”, afirma sobre uno de los momentos más emotivos del filme.
“Lo viví como un momento súper bonito”. Aunque, por supuesto, no todo fueron penurias. “¡También recuerdo escenas de tener ataques de risa! De no poder parar y de estar hasta llorando. Hay escenas emocionalmente muy fuertes, pero luego hay momentos de ataque de risa, de no poder ni hablar”, afirma sobre el abanico de emociones que ha sentido trabajando en Los destellos. Precisamente, si hay alguien que se ha ganado su admiración en este viaje por su fortaleza a la hora de afrontar sus emociones, esa es la propia Madalen.
“Le tengo mucho cariño, es un personaje muy fuerte, posiblemente más que yo”, admite. Aunque, por supuesto, también tienen cosas en común. “¡Claro que sí! Yo soy una persona muy sensible y creo que es algo que le he podido dar al personaje”, explica. “Lo que más me costó a la hora de construir el personaje es que yo tengo muchísima energía y Madalen, por la circunstancia en la que está, tiene que controlar esa energía”. Energía, por otro lado, que empuja a Guerola a soñar con todos esos papeles que la esperan en un futuro. “Todo lo que venga, ¡bienvenido sea! Aunque me gustaría interpretar a personajes distanciados de mí o personajes con alguna diversidad funcional. Me parece súper fascinante el empatizar a través de la interpretación”.