Nikolaj Arcel dirige ‘La tierra prometida: “No creo que la hubiera querido hacer con ningún otro actor”

Nikolaj Arcel

Mads Mikkelsen contra todo. El danés demuestra de nuevo su capacidad actoral en La tierra prometida, western nórdico, trágico y romántico, de Nikolaj Arcel.

Por Nando Salvà

Pasado el primer minuto de metraje de La tierra prometida, sabemos dos cosas. La primera es que, según nos explica un texto inicial acerca de la inhóspita región de Dinamarca en la que buena parte de su peripecia
argumental transcurre durante el siglo XVIII, “los páramos son indómitos”.

La segunda es que su actor protagonista es Mads Mikkelsen, y ese dato basta para saber de antemano que, llegado el momento, los páramos habrán sido domados. Porque a Mikkelsen nadie le dice qué se puede hacer y qué no –lo ha demostrado a través de sus personajes series como Hannibal (2001), y películas como Casino Royale (2006) o Valhalla Rising (2009)–, y este nuevo título es un tributo tanto a su propio poderío interpretativo como a la estoica figura histórica a la que aquí recrea.

“No creo que la hubiera querido hacer con ningún otro actor”, explica el director Nikolaj Arcel, que ya trabajó con Mikkelsen hace una década en el drama de época Un asunto real (2012). “La cantidad de ideas que aporta durante el rodaje es abrumadora, y en cada escena demuestra entender a la perfección lo que el papel requiere de él”.

Elegida como película representante de Dinamarca cara a los Oscar, La tierra prometida cuenta la historia del
capitán Ludvig von Kahlen, un antiguo militar decidido a asegurarse el título nobiliario que se le negó al nacer –es el hijo ilegítimo de un rico terrateniente y su criada– creando para el rey danés un asentamiento en los páramos de Jutlandia, un paisaje salvaje donde no crecen los cultivos; para ello, se enfrentará a un clima terrible, violentos grupos de asaltantes y a un sádico aristócrata cuyo poder se ve amenazado por la determinación de Kahlen. Mientras desarrolla esa premisa, La tierra prometida funciona a la vez como un western a lo John Ford, un violento actioner, una intriga palaciega, un romance trágico y un melodrama familiar; en otras palabras, algo épico.

“Mis productores suelen desesperarse por mi culpa, porque cada idea que les propongo es ambiciosa, y gigantesca, y carísima”, admite Arcel. Sobre el papel esa es la actitud idónea para rodar blockbusters, pero Arcel no guarda un buen recuerdo de la película de gran presupuesto que rodó para Hollywood, La torre oscura (2017): “La experiencia no fue grata, porque mi visión artística se vio aplastada por los imperativos comerciales. Por eso me pareció necesario volver a casa, y rodar con libertad y autonomía absolutas”.

Aquel mal trago también ayuda a explicar que ahora Arcel haya decidido contar una historia con la que siente
una conexión personal muy estrecha. “Habla de un hombre obsesionado por la misión y los objetivos que se ha impuesto, y me doy cuenta de que yo tengo una actitud similar”, confiesa.

“Ser padre ha hecho que me cuestione si paso demasiado tiempo centrado en mi trabajo, y si eso hace que desatienda cosas que, en realidad, son más importantes, como mis necesidades afectivas”.

Esas palabras encajarían a la perfección puestas en boca del protagonista de La tierra prometida. La película no muestra reparos a la hora de poner a prueba la simpatía que el espectador siente por el capitán Kahlen, un hombre entregado ciegamente a lograr algo bueno e incapaz de darse cuenta del dolor que causa en el proceso.

Pero, a pesar de ello, siempre nos mantenernos de su lado. Porque lo interpreta Mads Mikkelsen.

Fotos: Steffania D’Álessandro / Vivien Killilea (Getty Images)

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