La directora de Las niñas regresa a la competición oficial de San Sebastián con su tercer largometraje, protagonizado por Patricia López Arnaiz y Antonio de la Torre.
Por Irene Crespo
Dos años después de competir con La maternal también en el Festival de San Sebastián, cuatro años después de debutar en el largometraje con Las niñas y ganar un histórico Goya, Pilar Palomero (Zaragoza, 1980) regresa al certamen donostiarra con Los destellos, un filme en el que se estrena en muchas cosas.
Es la primera película en la que parte de un material ajeno, en concreto, del relato de Eider Rodríguez, Un corazón demasiado grande, que se lo envió el productor Fernando Bovaira después de Las niñas y que ella ha hecho suyo. “La siento 100% personal, desde el principio supe que o hacía mía la historia o yo no era la directora para el proyecto”, explica vía Zoom pocos días después de conocerse su presencia en Zinemaldia.
Los destellos es la historia de Isabel (Patricia López Arnaiz), cuya vida cambia por completo cuando su hija le pide que cuide de su padre (Antonio de la Torre), de quien se separó hace 15 años. El relato de Eider le gustó por muchas cosas. “Me permitía hablar mucho de las contradicciones que tenemos y de cómo alguien que ha sido tu familia pasa a ser un desconocido y los sentimientos que eso te genera, que pueden ser totalmente contradictorios”, explica Palomero.
“Me cautivó la posibilidad de poder hablar sobre la importancia de la vida a través de vivir la experiencia de la muerte de un ser querido por, sobre todo, intentar hacer un canto a la vida. El objetivo de toda la película, del rodaje, era capturar en esos momentos tan difíciles lo bonito que puedes encontrar en el hecho de estar vivos”. Temas muy grandes y elevados en los que tenía “el reto de aterrizarlos y llevarlos a una cosa más íntima y cercana”.
Y para lograrlo de nuevo volvió a lo personal. Decidió llevarse la historia a su pueblo familiar Horta de Sant Joan, rodar allí entre gente y rincones conocidos; y hacer a estos protagonistas muy suyos gracias –y aquí va otra primera vez para la directora– a actrices y actores profesionales. Precisamente por esa complejidad emocional de la historia, “necesitaba actores que pudieran modular sus emociones al milímetro”, cuenta. Aunque después ha trabajado con ellos un poco como lo hizo con las noveles de sus anteriores títulos.
“Yo sigo escribiendo hasta el final, voy introduciendo cosas de ellos y aquí lo hice también así”, relata. “Me gusta pensar que Los destellos tiene cosas en común con Las niñas y La maternal, pero que también es distinta, porque me apetecía mucho trabajar de otra manera. Y creo que, al hacerlo con actores con experiencia tan dilatada y también por el trabajo de cámara, que ha sido más complejo, no me quedaba con la sensación de que era algo que ya hubiera hecho”.
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