Tras 20 años protagonizando Anatomía de Grey, Ellen Pompeo afronta su primer protagonista en Una buena familia americana. La experiencia no podía haber sido más diferente. Hablamos con la actriz sobre el último éxito en EE UU, la serie cuenta la polémica historia real de Natalia Grace y Kristine Barnett, unos hechos que recordarán a la película de terror La huérfana.
Por Roberto Croci
Una buena familia americana (en Disney+ desde el 9 de abril) está inspirada en la historia real de Natalia Grace, una niña con una rara forma de enanismo. Narrada desde diferentes puntos de vista como un medio para explorar cuestiones de perspectiva, prejuicios y traumas, esta miniserie dramática recrea la historia de Kristine y Michael Barnett, un matrimonio del Medio Oeste estadounidense, con tres hijos biológicos, que en 2010 adoptó a Natalia cuando la pequeña tenía siete años. A medida que pasa el tiempo, empiezan a sospechar que Natalia no es quien dice ser e incluso que puede ser mayor de lo que dice. Mientras la pareja defiende a su familia biológica de la niña, a la que empiezan a ver como una amenaza para todos ellos, es la propia Natalia la que decide que ha llegado el momento de enfrentarse a su pasado y a su futuro, en una batalla que se desarrollará simultáneamente en la prensa del corazón y en los tribunales.
En 2012, tanto en la realidad como en la serie, los Barnett pidieron a las autoridades que cambiaran la edad de Natalia de ocho a 22 años, le alquilaron un piso y la pusieron a vivir sola. Poco después, la justicia americana los acusó de abandono.
Pero, ¿qué ocurrió en realidad?
Los verdaderos Natalia Grace y Michael Barnett pudieron contar su versión de la historia en la docuserie El curioso caso de Natalia Grace, y ahora Katie Robbins (Sunny) ficciona en algunos puntos esta historia real en Una buena familia americana.
El reparto cuenta con Imogen Faith Reid como Natalia y Mark Duplass como Michael, además de Christina Hendricks, Dulé Hill, Sarayu Blue y Kim Shaw. La estrella es, sin embargo, Ellen Pompeo, también productora ejecutiva (a través de su empresa Calamity Jane) y protagonista en el papel de Kristine Barrett. Este es el primer personaje de la actriz después de 20 años dando vida a Meredith Grey en Anatomía de Grey. Hemos hablado con ella.
¿Cuál fue el origen de este proyecto en el que también eres productora ejecutiva?
El motor fueron Sarah Sutherland y Katie Robbins, las coshowrunner y productoras. Además, me pareció que su guion era realmente reflexivo, intenso y, sobre todo, convincente. Después de 20 años en Anatomía de Grey, buscaba un verdadero reto creativo, y Una buena familia americana y el papel de Kristine me parecieron una buena oportunidad para hacer algo muy diferente y dejarme llevar por el personaje, que no es de los que aparecen cada día. Quería retarme a mí misma a hacer algo diferente, más audaz, más verdadero. Pensé que, como actriz, era importante lanzarme a hacer algo que me daba miedo: interpretar a alguien que no es necesariamente la persona más agradable del mundo. No sabía si sería capaz de hacerlo ni si todavía era maleable, desde el punto de vista de la interpretación después de 20 años haciendo el mismo papel [risas].
¿Alguna vez dudaste al aceptar el papel?
Como ya hay un documental sobre esta historia y una película llamada La huérfana (Jaime Collet-Serra, 2009) que trata temas similares, me pregunté qué podía aportar yo. Tras reunirme con las showrunners para saber cómo pensaban abordar la serie, salí convencida, me dije que valía la pena porque descubrí que querían adoptar diferentes puntos de vista, precisamente para explorar los diversos prejuicios en torno a esta historia. Después, tras conocer a Imi (Imogen Faith Reid, que interpreta a Natalia), ya no me quedó ninguna duda. Era una gran historia que había que contar.
¿Cómo fue el proceso de investigación para Una buena familia americana?
Documentarse fue imprescindible para escribir el guion. Katie había trabajado como periodista y dirigido documentales, mientras que Sarah se había dedicado a los temas económicos. Contaban con declaraciones, testimonios de médicos, documentos de adopción e incluso mensajes y publicaciones de Facebook como material de consulta. Había mucha documentación para trabajar, pero aun así no era fácil comprender la verdad, entender lo que era y cómo ocurrió. También leí muchos artículos sobre el tema. Fue una experiencia diferente, porque después de leer el primero, pensé: “Claro, ya lo entiendo, en este se dice la verdad…”. Luego, tras leer otro artículo, pensé exactamente lo contrario: “No, este es el que cuenta la verdad”. Y así sucesivamente… Hay demasiadas versiones diferentes y, aunque estoy convencida de que así ocurre siempre con toda historia real, en la nuestra había demasiadas dudas, sospechas y diferencias de opinión. Así que, cuando Sarah y Katie estructuraron la serie, intentaron utilizar al máximo todo ese trabajo de investigación para transmitir esa sensación de incertidumbre y esa cualidad escurridiza de la verdad, impregnada de muchos prejuicios. A veces, la verdad puede ser muy escurridiza.
¿Por qué crees que los Barnett hicieron cambiar la edad de Natalia Grace?
Cuando la adoptaron en 2010, tenía unos siete años, pero empezaron a creer que era mayor porque tenía vello púbico y dientes de adulto. En Una buena familia americana, Kristine se hace a la idea de que es su responsabilidad demostrar que Natalia es una mujer adulta al encontrar un tampón ensangrentado en el suelo de casa. Se puso a investigar, a contactar y a convencer a varios médicos para que intentaran demostrar que tenía en realidad 22 años. Al mismo tiempo, le alquiló un piso y la obligó a mudarse a vivir sola allí. Según Michael, también es cierto que en 2012 el tribunal del estado de Indiana cambió el año de nacimiento de Natalia Grace de 2003 a 1989, especialmente después de que un detective pensara que su certificado de nacimiento parecía falso. En la docuserie puede verse cómo, tras hacer una prueba genética, la fecha de nacimiento de Natalia se reajustó correctamente al año 2003.
Como actriz y como madre, ¿cuál fue el aspecto emocionalmente más difícil de meterse en la piel de Kristine? ¿Te ha cambiado este papel tu visión de la maternidad?
Sin duda, ahora soy más consciente de cuánto daño se puede hacer a un niño, ya sea actuando o no, para adherirse a unas creencias e interpretar las situaciones. También me di cuenta de que ser padres afecta mucho a nuestro ego: lo que pensamos, cómo reaccionamos, sobre todo cuando los niños no reaccionan o responden como uno quisiera. Esto es algo que aprendí después de interpretar a Kristine y que tengo muy presente. Al fin y al cabo, el punto de partida para crear este personaje es el amor de una madre. Creo que todas las madres deseamos querer a nuestros hijos y hacer lo que sea necesario para darles el cariño, el apoyo y la ayuda que necesitan. A veces nos excedemos y tomamos decisiones equivocadas, pero creo que, en el fondo, las madres siempre tienen la mejor de las intenciones.
Hablando de maternidad… ¿Cómo fue la tuya mientras grababa Anatomía de Grey, uno de los dramas médicos más duraderos y de mayor éxito televisivo?
Muy bien, y el mérito es de Shonda Rhimes, una jefa fantástica. Cuando le dices que estás embarazada, como mujer te toma bajo su ala y lo primero que te pregunta es: “¿Cuántos días de baja necesitas? ¿Cómo puedo ayudarte? ¿Cómo puedo facilitarte la vida?”. ¡No está mal como jefa! Me ayudó a cambiar mis horarios de trabajo para que sólo tuviera que rodar un día a la semana después de ser madre. También me apoyó con la gestación subrogada, gracias a la cual nacieron primero mi hija Sienna May y después mi hijo Eli Christopher, este último unos años después de dar a luz a mi primogénita, Stella Luna. Este tipo de apoyo, esta constante presencia, me ha permitido tener una vida familiar plena, algo que quizá no habría tenido si hubiera tomado un camino diferente y más creativo. Pero si hablamos de los problemas a los que se enfrentan las madres a diario en el trabajo, seguimos estando muy lejos de apoyar realmente a todas las madres trabajadoras.
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