Empezar por lo mejor: 10 títulos de crédito a la altura del mejor cine

El señor de la guerra (Andrew Niccol, 2005). Nicolas Cage interpreta a Yuri Orlov, un traficante de armas ruso. Tras una escena inicial de presentación de este personaje, con un talento desmesurado para los negocios, comienzan los títulos de crédito, que han acabado siendo unos de los momentos más recordados de la película.
Esta presentación nos muestra la vida de una bala desde que es fabricada hasta que impacta en el cráneo de su víctima mientras aparecen los grafismos con los correspondientes créditos. De fondo suena For what it’s worth de Buffalo Springfield.
Tan original que fue copiada para un spot publicitario.
El señor de la guerra (Andrew Niccol, 2005). Nicolas Cage interpreta a Yuri Orlov, un traficante de armas ruso. Tras una escena inicial de presentación de este personaje, con un talento desmesurado para los negocios, comienzan los títulos de crédito, que han acabado siendo unos de los momentos más recordados de la película.
Esta presentación nos muestra la vida de una bala desde que es fabricada hasta que impacta en el cráneo de su víctima mientras aparecen los grafismos con los correspondientes créditos. De fondo suena For what it’s worth de Buffalo Springfield.
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Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966). Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los libros. En un futuro opresivo Guy Montag, un disciplinado bombero es el encargado de quemar los libros prohibidos por el gobierno.
En una película que nos sitúa en un futuro distópico en el que está prohibido leer, los créditos aparecen sin rastro de texto, sino leídos por una voz en off. Una forma brillante de hacer coincidir créditos y obra desde el inicio.
Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966). Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los libros. En un futuro opresivo Guy Montag, un disciplinado bombero es el encargado de quemar los libros prohibidos por el gobierno.
En una película que nos sitúa en un futuro distópico en el que está prohibido leer, los créditos aparecen sin rastro de texto, sino leídos por una voz en off. Una forma brillante de hacer coincidir créditos y obra desde el inicio.

Destino final 4 (David R. Ellis, 2009). Nick O’Bannon y unos amigos acuden a un circuito de carreras para presenciar una prueba del Nascar. Durante ésta tiene lugar un terrible accidente que conlleva desastrosas consecuencias para el estadio.
Los créditos iniciales de la película son un homenaje a las tres anteriores entregas repasando en 3D y en formato radiografía algunas de las muertes más peculiares de los personajes. Con esta idea solventaron además un problema de derechos, ya que no podían usar imágenes de los actores originales.
Destino final 4 (David R. Ellis, 2009). Nick O’Bannon y unos amigos acuden a un circuito de carreras para presenciar una prueba del Nascar. Durante ésta tiene lugar un terrible accidente que conlleva desastrosas consecuencias para el estadio.
Los créditos iniciales de la película son un homenaje a las tres anteriores entregas repasando en 3D y en formato radiografía algunas de las muertes más peculiares de los personajes. Con esta idea solventaron además un problema de derechos, ya que no podían usar imágenes de los actores originales.

Vértigo (De entre los muertos) (Alfred Hitchcock, 1958). Scottie Fergusson (James Stewart) es un detective de la policía de San Francisco que padece de vértigo. Cuando un compañero cae al vacío desde una cornisa mientras persiguen a un delincuente, Scottie decide retirarse.
Los créditos son una obra en sí mismos, eternamente recordados por los dibujos de espirógrafo realizados por John Whitney, un pionero de la animación y responsable de este hipnótico inicio. Además del primerísimo primer plano de Kim Novak, de cuyos ojos emerge el título.
Vértigo (De entre los muertos) (Alfred Hitchcock, 1958). Scottie Fergusson (James Stewart) es un detective de la policía de San Francisco que padece de vértigo. Cuando un compañero cae al vacío desde una cornisa mientras persiguen a un delincuente, Scottie decide retirarse.
Los créditos son una obra en sí mismos, eternamente recordados por los dibujos de espirógrafo realizados por John Whitney, un pionero de la animación y responsable de este hipnótico inicio. Además del primerísimo primer plano de Kim Novak, de cuyos ojos emerge el título.

Balada triste de trompeta (Álex de la Iglesia, 2010). En 1937, en plena guerra civil, tropas republicanas irrumpen en un circo, durante el espectáculo, para reclutar a sus empleados para luchar contra las tropas nacionales.
Aunque el premio a mejor guion que recibió la película en el Festival de Venecia fue duramente cuestionado, nadie dudó de que su secuencia de créditos era brillante. Varias instantáneas e imágenes de un circo de la guerra civil repasan la historia de España a través de las imágenes de Franco, Lola Flores o Raquel Welch, mezcladas con los payasos de la tele, acompañadas por la música de Roque Baños.
Balada triste de trompeta (Álex de la Iglesia, 2010). En 1937, en plena guerra civil, tropas republicanas irrumpen en un circo, durante el espectáculo, para reclutar a sus empleados para luchar contra las tropas nacionales.
Aunque el premio a mejor guion que recibió la película en el Festival de Venecia fue duramente cuestionado, nadie dudó de que su secuencia de créditos era brillante. Varias instantáneas e imágenes de un circo de la guerra civil repasan la historia de España a través de las imágenes de Franco, Lola Flores o Raquel Welch, mezcladas con los payasos de la tele, acompañadas por la música de Roque Baños.

Carne viva (Michael Ritchie, 1972). Un mafioso de Kansas que se dedica al tráfico de drogas y a la prostitución utiliza como tapadera una fábrica de carne.
Poniéndonos en situación, la puerta del matadero se abre para arrancar la película mostrando el explícito y sangriento proceso de elaboración de la carne mientras los rótulos van recibiendo hachazos invisibles.
Carne viva (Michael Ritchie, 1972). Un mafioso de Kansas que se dedica al tráfico de drogas y a la prostitución utiliza como tapadera una fábrica de carne.
Poniéndonos en situación, la puerta del matadero se abre para arrancar la película mostrando el explícito y sangriento proceso de elaboración de la carne mientras los rótulos van recibiendo hachazos invisibles.

Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003). Bob Harris, un actor norteamericano en decadencia, acepta una oferta para hacer un anuncio de whisky japonés en Tokio. Está atravesando una aguda crisis y pasa gran parte del tiempo libre en el bar del hotel. Y, precisamente allí, conoce a Charlotte.
Un plano inicial protagonizado por el trasero de Scarlett Johannson e inspirado en el trabajo del artista John Kacere. Los títulos aparecen perfilando estas icónicas braguitas de color rosa semi transparentes.
Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003). Bob Harris, un actor norteamericano en decadencia, acepta una oferta para hacer un anuncio de whisky japonés en Tokio. Está atravesando una aguda crisis y pasa gran parte del tiempo libre en el bar del hotel. Y, precisamente allí, conoce a Charlotte.
Un plano inicial protagonizado por el trasero de Scarlett Johannson e inspirado en el trabajo del artista John Kacere. Los títulos aparecen perfilando estas icónicas braguitas de color rosa semi transparentes.

El hombre del brazo de oro (Otto Preminger, 1955). Frankie Machine, un hombre con talento musical, sale de la cárcel y, además, consigue dejar la heroína. Su principal problema será encontrar un medio de vida honrado.
Saul Bass llegó a convertirse en uno de los diseñadores gráficos más importantes de la industria y esta película fue una de sus primeras incursiones en el cine. Bass diseñó una secuencia de créditos de líneas blancas que acababan siendo un brazo torcido. Una representación de estilo minimalista de la adicción a la heroína.
El hombre del brazo de oro (Otto Preminger, 1955). Frankie Machine, un hombre con talento musical, sale de la cárcel y, además, consigue dejar la heroína. Su principal problema será encontrar un medio de vida honrado.
Saul Bass llegó a convertirse en uno de los diseñadores gráficos más importantes de la industria y esta película fue una de sus primeras incursiones en el cine. Bass diseñó una secuencia de créditos de líneas blancas que acababan siendo un brazo torcido. Una representación de estilo minimalista de la adicción a la heroína.

Anatomía de un asesinato (Otto Preminger, 1959). Frederick Manion (Ben Gazzara), un teniente del ejército, asesina fríamente al presunto violador de su mujer (Lee Remick). Ella contrata como abogado defensor a Paul Biegler (James Stewart), un honrado hombre de leyes.
Estos créditos son nuevamente obra de Saul Bass, que repitió con el director después de su debut en El hombre del brazo de oro y se convirtió en una de sus piezas más reconocibles. En blanco y negro y con música de Duke Ellington utiliza formas abstractas para ir formando un cuerpo humano que muestra el título de la película haciendo un uso literal de este.
Anatomía de un asesinato (Otto Preminger, 1959). Frederick Manion (Ben Gazzara), un teniente del ejército, asesina fríamente al presunto violador de su mujer (Lee Remick). Ella contrata como abogado defensor a Paul Biegler (James Stewart), un honrado hombre de leyes.
Estos créditos son nuevamente obra de Saul Bass, que repitió con el director después de su debut en El hombre del brazo de oro y se convirtió en una de sus piezas más reconocibles. En blanco y negro y con música de Duke Ellington utiliza formas abstractas para ir formando un cuerpo humano que muestra el título de la película haciendo un uso literal de este.

El club de la lucha (David Fincher, 1999). Un joven hastiado de su gris y monótona vida lucha contra el insomnio. En un viaje en avión conoce a un carismático vendedor de jabón que sostiene una teoría muy particular: el perfeccionismo es cosa de gentes débiles.
Los créditos iniciales comienzan a escala microscópica dentro del cerebro de Edward Norton y a través de sus neuronas llevan al espectador hasta la salida por uno de los poros del actor, desde donde recorremos el cañón del arma que tiene en la boca.
El club de la lucha (David Fincher, 1999). Un joven hastiado de su gris y monótona vida lucha contra el insomnio. En un viaje en avión conoce a un carismático vendedor de jabón que sostiene una teoría muy particular: el perfeccionismo es cosa de gentes débiles.
Los créditos iniciales comienzan a escala microscópica dentro del cerebro de Edward Norton y a través de sus neuronas llevan al espectador hasta la salida por uno de los poros del actor, desde donde recorremos el cañón del arma que tiene en la boca.