Incluso en medio de la vorágine de una campaña electoral de alta tensión podría surgir el amor. Al menos así lo cree Arantxa Echevarría (Chinas, Carmen y Lola), que dirige Políticamente incorrectos, una comedia romántica sobre la polarización política.
Mientras España hierve de crispación, y las redes sociales arden a diario, los partidos Nueva Izquierda y España liberal se enfrentan en las próximas elecciones generales. En medio de todo, y en lo más bajo de sus formaciones, están Laura (Adriana Torrebejano), una progre perroflauta; y Pablo (Juanlu González), un pijo con fachaleco, dispuestos a revolcarse… en el fango político.
Viejos rencores, programas sin cumplir y amores prohibidos completan este guion de Olatz Arroyo, que lejos de ser tan descabellado como parece, cuenta con elementos que son sospechosamente familiares. De hecho, este era el principal objetivo de la directora, conseguir que esta ficción superara la realidad: “Creo que no lo hemos conseguido ¡y mira que lo hemos intentado! Cada vez que abría el periódico pensaba: ‘La han vuelto a liar’. Lo que pasa actualmente es la mejor comedia que se puede escribir”, reconoce Echevarría.
Gonzalo de Castro (El favor), María Hervás (La guarida), Pepa Aniorte (Los buenos modales) el cómico Raúl Cimas
(Poquita fe) y Elena Irureta (Patria) completan el reparto. Y merece la pena detenerse en esta última, que interpreta
a la líder del partido conservador y de la que nada más aparecer en escena llama la atención su increíble parecido a
alguien del panorama político. ¿Ha sido intencionado? “Pues no te lo vas a creer, pero fue así: era mi referencia y se lo dije a Irureta. Cuando vimos las pruebas de maquillaje y vestuario alucinamos ¡Era exactamente igual que Esperanza Aguirre! No estaba planteado que se pareciera tanto, no me lo podía creer. A la propia Esperanza va a parecerle divertida porque tiene un punto tierno”.
Con los dos protagonistas, Echevarría ha querido ir al origen: “Son las bases de los partidos, cuando aún no estás contaminado por el poder ni la meritocracia, aún son inocentes, por decirlo así. Los mayores, como en la vida real, se las saben todas y cambian su discurso según les conviene”.
Olatz Arroyo y Arantxa Echevarría ya habían sido pareja creativa en La familia perfecta. Otra comedia, a simple vista, pero que escondía un relato de clase. Un trabajo del que tomaron nota para esta película. “Ella es una superdotada para la comedia”, asegura la directora. “Le propones, se discute y todo es viable. Es un trabajo en equipo, incluso estamos juntas en casting y montaje. Este es el género más difícil que existe y Olatz lo controla completamente, más que guionista considero que es creadora. Incluyo en ese tándem a Jaime también, es raro encontrar un productor tan verdaderamente implicado”.
Habla de Jaime Ortiz, a través de quien recibe este proyecto como una oportunidad de hacer sátira de nosotros
mismos: “En EE UU se hace mucha comedia política y en España da más reparo”, opina Echevarría. “Creíamos que faltaba este tipo de comedia para reírnos incluso de los ideales”.
Lo cierto es que Laura y Pablo son personajes llevados al extremo. Podríamos decir que cumplen todos los clichés, si no fuera porque en la vida real caemos en estos patrones. Previsibles, pero no caricaturizados. Puestos a imaginar, a la directora le gusta pensar que serían como Montero o Casado de jóvenes. “Supongo que también fueron puros y limpios”, dice.
Políticamente incorrectos no ofenderá a nadie, pero que ningún espectador baje la guardia porque hay sátira para todos. “He llegado a contar los chistes sobre la derecha y la izquierda que había en el guion para que todo fuera equitativo. Nos falta humor con nuestras propias ideas”, confiesa.
¿Y se ha atrevido a fantasear con que lo que ocurre en la película pudiera ocurrir de verdad? “Íñigo Errejón y Rocío Monasterio… sería una fantasía”.
Para Laura y Pablo el amor es amor sin importar el partido, y para Arantxa Echevarría el cine social es cine social
sin importar el género. “Hacer reír y contar una historia por debajo es muy interesante y creo que a
veces llegas a más gente que con una peli de autor como Chinas”, reflexiona. “Salir del cine con el corazón destrozado no es de lo mejor que te puede pasar”.