Cannes 2024: Las lágrimas de Meryl Streep

Meryl

La inauguración del Festival arranca con un musical homenaje a la presidenta del jurado, Greta Gerwig, y una emotiva celebración a Meryl Streep.

Por Irene Crespo

Si no hay polémicas, habrá que buscarlas fuera del Palais. Es un poco como se mueven por aquí las cosas. Y, en general, en el mundo. Pero estamos en Cannes y aquí se concentra todo mucho durante casi dos semanas en las que vemos películas todo el día y dormimos poco, como bien explicó la actriz Camille Cottin, maestra de ceremonias de la gala de inauguración del 77 Festival de Cannes. Es lo que ella bien llamó “el Cannes Vortex”, ese universo paralelo en el que todo lo que pasa aquí se magnifica, tanto dentro como fuera de la pantalla. En el que, como en parte venía a decir la película de arranque, Le deuxième acte, de Quentin Dupieux, la realidad y la ficción a veces las confundimos. O no tanto.

Thierry Frémaux explicó el día antes del comienzo que habían intentado deliberadamente evitar polémicas y controvertidas selecciones como la del año pasado de inaugurar con Johnny Depp. Ahí está. Bastante tenían ya con lo que les viene de fuera. El Me Too francés parece que, por fin, va a estallar y dicen que de verdad. Al documental Moi Aussi, de la actriz Judith Godrèche que se podrá ver en La Croisette (literalmente, sólo se proyectará en la playa), se ha sumado esta semana el reportaje de Elle con las denuncias de nueve mujeres contra el productor Alain Sarde y la petición de 100 personalidades del cine galo de una ley integral contra la violencia sexual. Y se espera más. Eso dicen.

Y hay más, mientras esperábamos para entrar a la proyección de Dupieux, The Guardian publicaba un artículo sobre el proceso de Megalópolis en el que cuentan que Coppola intentó besar a algunas extras… “Para intentar meterlas en el estado de ánimo” del filme… Y así seguimos.

Menos mal que la gala estuvo llena de mujeres agradecidas y emotivas, la verdad. Greta Gerwig, presidenta este año del jurado de la Sección Oficial, estuvo todo el rato al borde de la lágrima. Mientras soltaba su discurso de agradecimiento al Festival, mientras le cantaban Modern Love y, sobre todo, mientras escuchaba a Juliette Binoche entonar una sentida declaración de amor a Meryl Streep.

La actriz de El diablo viste de Prada era la Palma de Honor de este año. Si el año pasado titulábamos con las lágrimas de Harrison Ford al recoger este mismo premio, hoy le ha tocado a ella, que no sabía ya qué hacer sobre el escenario mientras el cálido aplauso no paraba en el Grand Théâtre Lumière. Cuando cesó, empezó a hablar “la belle Binoche” que repasó su carrera desde un punto de vista personal, desde el impacto que le causaron algunos de sus papeles. Y tuvo que parar, respirar y casi llorar cuando le dijo: “Has cambiado la forma en la que miramos a las mujeres”. La Streep la abrazó, le dio las gracias y llegó su turno.

A ella también le costó contener las lágrimas. Visiblemente emocionada por el homenaje y por poder regresar a ese Festival en el que había estado por última vez hace la friolera de 35 años. “Para mí, ver este vídeo [en el que se resumió su carrera] es como mirar por la ventana de un tren bala. Viendo pasar corriendo desde mi juventud a mis 50 y hasta el día de hoy. Tantas caras, tantos lugares que recuerdo bien”, dijo. “Cuando estuve en Cannes hace 35 años, por primera vez, ya era madre de tres, estaba acercándome a mis 40 y pensé que mi carrera se había acabado. En ese momento, para una actriz, era una predicción razonable. Y la única razón por la que estoy aquí esta noche es por maravillosas artistas con las que he trabajado, como Madame la President”, terminó señalando a la llorosa Gerwig.

Por un rato olvidamos en Cannes las polémicas y vimos a mujeres emocionarse y agradecer que siguen ahí, que están ahí, que algo se avanza, poco a poco. El cine ayuda. Como dijo Agnès Varda, y esta noche recordó Cottin: “Aquí, se habla de dinero como de amor, y cuando nos sumergimos en la oscuridad, es para encontrar allí la luz”. Pues eso, un poco de luz para arrancar este Festival.

PD Dupieux no fue la luz de la noche. El director francés que va ganando cada vez más reconocimiento internacional está lleno de buenas y originales ideas, fuera de la lógica ordinaria, pero en este caso, en Le deuxième acte, no acaba de rematarlas.

 

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