★★★★½/★★★★★
Por Cristiano Bolla
¡Se puede (re)hacer! El director y guionista griego Yorgos Lanthimos, ya ganador en Venecia del Premio al Mejor Guion en 2011 con Alps y del Premio del Jurado por La Favorita en 2018, vuelve al Festival de Venecia acompañado, solo en espíritu, por Emma Stone, cada vez más musa de sus fascinaciones artísticas carnales, gracias a su nueva Pobres Criaturas.
Basada en la novela de 1992, escrita por Alasdair Gray y publicada por primera vez con el título Life and Mysteries of England’s First Woman Doctor, cuenta la historia de una novedosa «prueba de Frankenstein», la rediviva Bella: quien la devuelve a la vida tras un aparente suicidio es el cirujano Godwin Baxter (Willem Dafoe), más conocido como Dios. Una lectura alegórica muy sencilla: con sus experimentos se adentra en territorios divinos, creando extrañas criaturas como el cerdo-cerdo o el perro-cabra. Bella no es una excepción.
Tiene el cuerpo de una mujer, pero la mente de un bebé, y como tal el doctor convoca a uno de sus alumnos para que observe sus rápidos progresos. Bella hace nuevos avances cada día, recluida en el palacio de marfil con su padre-creador. Pronto entra en la fase de rebeldía adolescente y descubre no sólo su propio cuerpo y sus impulsos sexuales, sino también la necesidad de salir a explorar el mundo. Así es como, junto al viveur Duncan (Mark Ruffalo), inicia su extraño viaje por diversos escenarios simbolistas que recuerdan a los cuadros del pintor suizo Arnold Böcklin.
Tiene todas las características de una película de madurez centrada principalmente en la exploración de la esfera sexual: Emma Stone no escatima en un número desorbitado de escenas de sexo, algunas de ellas subidas de tono, pero perfectamente enmarcadas en el contexto del crecimiento interno de la «joven». Su extrema libertad ofrece una clave protofeminista a Pobres Criaturas: como también declaró Yorgos Lanthimos, el motor narrativo reside precisamente en la curiosidad de ver a una mujer en la condición de empezar de cero, sin condicionamientos familiares ni sociales en edad de desarrollo, una joven mente curiosa en un cuerpo listo para gozar y ser gozado.
Pobres Criaturas se mueve entre planos metafóricos y extremadamente literales: Bella es bella, pero también contiene en sí misma los elementos de la bestia, de la criatura incontrolable movida por sus propios impulsos y pasiones. Se enfrenta al mundo con la mirada de la virgen, pero al mismo tiempo con la determinación de la mujer que ya ha conocido sus horrores. Lo que atrae a los hombres es precisamente su inocente (y aparente) candor, una pureza que primero su ayudante Max McCandles y luego Duncan intentan moldear a su voluntad. Pero Bella es una criatura única y se embarca en su propia versión, muy personal y muy mona, del cuento de Pinocho o, si se quiere, incluso un contrapeso gótico a la reciente Barbie, si se piensa en ella como una muñeca más descubriéndose a sí misma y al mundo.
En conjunto, es quizá la película en la que Lanthimos mejor ha sabido combinar su fetiche artístico por el cuerpo, la carne y los procesos de transformación con esa instancia más comercial a la que ya se ha «doblegado» con La favorita. Ahí están sus caballos de batalla (como Fish Eye) y una sátira social abordada de forma más o menos sutil según la ocasión o el chiste. Podría reservar grandes satisfacciones y no sólo en la kermesse lagunera: la interpretación de Emma Stone podría devolverla a los escenarios y a los focos de las ceremonias más importantes en un futuro próximo.
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