Por Marco Cacioppo
Como bien dice la voz narradora de Helen Mirren en el teaser inspirado en 2001: Una odisea del espacio –que anticipó el estreno de la película de Greta Gerwig protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling–, las muñecas existen desde el comienzo de los tiempos, o al menos desde que hay niñas —y también niños— que juegan con ellas. Solo que eran, y siempre han sido, muñecas con rasgos infantiles. Pero entonces llegó Barbie para cambiarlo todo.
La revolución comenzó en 1959, cuando Ruth Handler, esposa del propietario de la histórica empresa de juguetes Mattel, tras descubrir durante un viaje a Europa la muñeca Bild Lilli con fisonomía anatómica adulta, sugirió a su marido que empezara a fabricar una similar. Superadas las reticencias empresariales masculinas (es decir, la desconfianza del marido), nació la primera Barbie, así bautizada en honor a su hija, Barbara.
Y siguiendo el mismo camino, al cabo de dos años, llegó al mercado Ken, su prometido, que tomó prestado el nombre a Kenneth, el hijo de la pareja. Este es el origen de un éxito planetario que ha llegado hasta nuestros días, con decenas de nuevos personajes y tantas versiones alternativas que han hecho de Mattel una multinacional imparable, con productos que han sabido seguir el ritmo de la evolución de la sociedad occidental.
Sí, porque cada nueva Barbie es un reflejo de las transformaciones en las costumbres y la cultura que han tenido lugar en los últimos 64 años, no hay Barbie que no se haya dejado llevar por los vientos progresistas de la moda, tanto en términos de inclusión (racial o sexual), como del mundo laboral e, inevitablemente, de la política. Barbie es, en esencia, una auténtica feminista que luchó por la emancipación de los derechos de la mujer junto a las mujeres de carne y hueso, llegando incluso a influir en los modelos estéticos y a subir puestos en las listas de éxitos.
Además, con Barbie hemos asistido a la ingeniosa concepción de una auténtica narración planificada en la que la biografía de la muñeca se ha ido enriqueciendo con detalles, sumando amistades, romances y experiencias que han definido la trayectoria vital del personaje en un constante devenir que desafía las leyes del tiempo. Así se explica también el porqué del coqueteo del mundo de Barbie con el del entretenimiento, primero en forma de anuncios televisivos vanguardistas para promocionar nuevas líneas de juguetes y, después, con auténticas series de animación. El paso al cine era, por tanto, una consecuencia natural que ha tardado demasiado en llegar.
Life in plastic is fantastic
En 2009 se empezó a hablar de una película de acción real inspirada en Barbie. Mattel llegó en ese momento a un acuerdo con Universal, confiando el proyecto al productor ejecutivo Laurence Mark (Yo, robot y El gran showman). Pero el proyecto no cuajó y en 2014 los derechos de explotación pasaron a Sony. Para escribir el guion se contrató primero a Jenny Bicks, autora de Sexo en Nueva York; y, después, a Diablo Cody, ganadora de un Oscar por Juno. Siguiendo el desarrollo del título estaba la mismísima jefa de Sony, Amy Pascal (Spider-Man: Cruzando el Multiverso y Mujercitas).
Llega 2016, año en el que empieza a circular el nombre de la cómica Amy Schumer (Life & Beth) para ocupar el papel de la mujer más sexy del planeta. Se rumorea que incluso llegó a intervenir en el guion junto a su hermana y colaboradora Kim Caramele, un hecho confirmado por la propia Schumer en una entrevista concedida a The Hollywood Reporter en 2022, en la que, sin embargo, explicaba las razones por las que abandonó el proyecto: “El estudio no me permitió hacerlo como yo quería, que era la única forma en que me habría interesado hacerlo”. La película se presentaba en aquel momento como la historia de una muñeca que es expulsada de Barbieland por no ser lo bastante perfecta.
Pues bien, algo de esa idea debió sobrevivir incluso en la versión concebida por Greta Gerwig y su socio Noah Baumbach (Frances Ha, Historia de un matrimonio), cuando en 2019 fueron requeridos por Warner (que un año antes había tomado el relevo de Sony en la cadena de derechos, tras un último y vano intento de sacar adelante el proyecto con Anne Hathaway en el papel de Barbie), para que les escribieran un nuevo guion, un proceso que se prolongó durante todo el primer año de pandemia.
Aupada por los éxitos de público y crítica obtenidos con Lady Bird y Mujercitas, Gerwig también se postuló enseguida para dirigir esta historia de una Barbie (Margot Robbie) que, obligada a abandonar Barbieland por aquejar ciertos defectos, aterriza en nuestro mundo real acompañada de su galán Ken (Ryan Gosling). La presencia de ambos en la realidad causarán estragos entre la gente y en Mattel, cuyo CEO está interpretado por Will Ferrell.
Feminismo y technicolor
Poner a Greta Gerwig al frente, desterró cualquier duda sobre la tendencia que seguiría una película de Barbie. También saber que la productora de Margot Robbie estaba detrás, atrajo atención sobre un proyecto de apariencia frívola.
No iba a ser una comedia fantástica más, inspirada en la muñeca más famosa del mundo y con vagos guiños al feminismo, sino que se caracterizaría por cierto cinismo reconocible en la vena beligerante de las películas que Gerwig ha dirigido, actuado y escrito, y también quedó claro su compromiso cuando la cineasta explicó la elección de apoyarse en las ideas de un ensayo militante de la psicóloga Mary Pipher (Reviving Ophelia, publicado en 1994), que trata sobre los efectos de la presión social en los adolescentes estadounidenses.
La cosificación y sexualización a la que ha sido sometida la muñeca Barbie se colocaban en el corazón del filme y lo convertían en una historia arriesgada y complicada de llevar a cabo bajo los estándares de los grandes estudios. Quizá ese fue el origen de las dudas sobre la aprobación del proyecto, como declaró Margot Robbie antes de que entrara en producción: “Es tan bonita. Qué pena que no verá la luz. Dudo que nos dejen hacer esta película”.
Y, en cambio, Barbie no solo ha visto la luz, sino que ha superado con creces las expectativas de todos. “En general, la gente oye el nombre Barbie y piensa que ya sabe de qué irá la película”, ha dicho Margot Robbie. “Pero cuando se enteran de que la encargada es Greta Gerwig, piensan que, bueno, tal vez no saben realmente de qué va…”. Aunque les dieron luz verde en términos de libertad creativa, para Gerwig y Baumbach la primera aproximación les seguía pareciendo un salto al vacío.
Por un lado, la emoción de que le confíen una tarea tan importante; por otro, el miedo a no conseguirlo. “En marzo de 2020 Noah me preguntó: ‘¿Tenemos que escribir una película sobre Barbie?”, dijo Greta Gerwig. “Le dije que sí y me contestó: ‘No tengo la más remota idea de cómo hacerlo, ¿por qué no nos han contratado para escribir algo diferente?’. Pero yo tenía un buen presentimiento. Cuando empecé a escribirlo, sentí cierto vértigo. ¿Por dónde empezar? ¿Cuál sería la historia? ¿Mejor no hacerlo?”.
Pero es, precisamente, a partir de ese miedo a no estar a la altura, a poner en riesgo incluso su carrera, cuando uno consigue sacar lo mejor de sí. Y Gerwig, con la ayuda de Baumbach, lo consiguió. “Sea lo que sea en lo que estéis pensando, os daremos algo totalmente distinto, algo que no sabíais que queríais”, bromea la directora y actriz, que, además, para el imaginativo mundo de Barbie se inspiró en la venerable tradición del musical clásico en technicolor.
Y, en concreto, se fijó en algunas de las películas angulares del género, como Las zapatillas rojas (Powell & Pressburger, 1948) y Los paraguas de Cherburgo (Jacques Demy, 1964). “Ofrecen un nivel tan alto de lo que hemos llegado a etiquetar de auténtica artificialidad. Vemos un cielo pintado en el escenario”, expresa, en concreto, del filme de Demy. “Es una ilusión, por supuesto, pero es como si realmente estuviera ahí. El fondo pintado está justo ahí. Y la tangibilidad del artificio es algo a lo que no hemos hecho más que volver”.
MCU (Mattel Cinematic Universe)
Junto a Barbie, no puede faltar Ken, la contrapartida masculina que tiene el rostro y la destreza física de Ryan Gosling, que vuelve a escena tras su reciente experiencia de acción con los hermanos Russo en El agente invisible y un paréntesis de cuatro años para estar cerca de las hijas que tiene con la actriz Eva Mendes.
Según ha confesado él mismo, se tomó muy a pecho su personaje, en parte porque le permitiría trabajar con un grupo de mujeres en un proyecto en el que predominan los personajes femeninos. “Creo que respondo a los guiones, o a los personajes, en los que existe este tipo de dinámica. Lo reconozco”, explicó a GQ USA en un look muy Barbiecore, donde compartió una anécdota familiar relacionada con sus hijas, que tiene que ver con la figura de acción de Ken y con reencontrarse con quien fue él hace ya muchos años.
“Un día lo vi boca abajo, en el barro, junto a un limón aplastado, y pensé: ‘Alguien tiene que contar la historia de este tipo, ¿sabes?’. Hay algo en este Ken que, a mi modo de ver, se relaciona realmente con esa versión de mí mismo, con el tipo que se ponía pantalones Hammer y bailaba en el centro comercial, olía a Drakkar Noir y se peinaba el flequillo con Aqua Net. Le debo mucho a ese chico. Tengo la sensación de haberme distanciado de él cuando empecé a hacer películas más serias, pero la realidad es que tengo todo lo que tengo gracias a él”.
A pesar del convencimiento de Gosling y de que, visto hoy, parece un absoluto acierto de casting, cuando se anunció el fichaje, los acérrimos seguidores de Barbie y Ken pusieron el grito en el cielo porque veían al protagonista de El diario de Noa demasiado viejo para interpretar al niño bonito capaz de robarle el corazón a Barbie. Un rechazo que al actor no le afectó, en absoluto: “Si la gente no quiere jugar con mi Ken, hay muchos otros Ken con los que jugar”, dijo en esa misma entrevista.
Una ocurrencia que, además, toca uno de los aspectos más originales de la película. Porque, si Margot Robbie, como Barbie, y Ryan Gosling, como Ken, son los protagonistas de esta historia verdaderamente sui géneris, junto a ellos hay muchos otros Ken y Barbies. Casi tantos como muñecas hay en las estanterías de las jugueterías. Interpretando diferentes iteraciones de Ken encontramos a los actores Scott Evans (Grace and Frankie), Simu Liu (Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos), Ncuti Gatwa (Sex Education) y Kingsley Ben-Adir (High Fidelity).
En el caso de las Barbies, a Margot Robbie, como productora de la película, le habría gustado contar con Gal Gadot, pero la estrella de Wonder Woman no estaba disponible para el papel, por lo que Robbie se limitó a utilizar su energía como referencia durante el casting de la película. “Es tan increíblemente guapa, pero no la odias por eso”, ha explicado. “Porque es tan genuina y sincera, es tan amable y entusiasta, que hacerlo, sería de perdedor”.
Y, de hecho, el listado final de actrices dando vida a la muñeca no podía ser más prometedor: Kate McKinnon (El escándalo), Alexandra Shipp (X-Men: Fénix Oscura), Emma Mackey (Sex Education), Issa Rae (Insecure), Hari Nef (Nación salvaje), Nicola Coughlan (Los Bridgerton), Sharon Rooney (Dumbo), Ana Cruz Kayne (Mujercitas), Ritu Arya (Polite Society) e incluso la estrella del pop Dua Lipa.
Y, así, lleno de tonos rosas y colores neón, Barbieland está al completo.
Ya puede dar comiento el Universo Cinematográfico Mattel.
Come on, Barbie, let’s go party!