‘Querer’ (Movistar Plus+): una reflexión sobre el consentimiento

La directora Alauda Ruiz de Azúa, creadora de la exitosa película Cinco Lobitos da el salto al formato televisivo con Querer, una serie que se estrena el 17 de octubre en exclusiva en Movistar Plus+ y que nos sumerge en un intenso drama familiar y judicial. presentada en el festival internacional de cine de san sebastián (zinemaldia), su trama gira en torno a una denuncia por violación que sacude a una familia aparentemente convencional de bilbao.

El diálogo sobre el consentimiento es sumamente pertinente hoy en día. Estamos reconsiderando temas que hace apenas algunos años eran impensables. En este marco, surge una propuesta que nos acerca a un caso en el que, siéndolo, el abuso sexual no está tan claro.

La trama de Querer nos presenta a una familia aparentemente convencional de Bilbao. Miren Torres (Nagore Aranburu), decide tras 30 años de matrimonio acusar a su marido Iñigo Gorosmendi (Pedro Casablanc) de violación continuada. Este devastador acto de valentía no solo marca el inicio de un proceso judicial, sino que fragmenta el núcleo familiar. Sus dos hijos, Aitor (Miguel Bernardeau) y Jon (Iván Pellicer), se ven obligados a posicionarse y a reevaluar todo lo que creían saber sobre sus padres.

La directora quiso llevar al límite las preguntas sobre el consentimiento, abordando un tema que es cada vez más relevante en la sociedad actual. “Esa grave acusación obliga a sus hijos a elegir entre su madre o su padre», explica Ruiz de Azúa. Querer no solo narra el juicio legal, sino también el juicio emocional dentro del seno de la familia, un proceso que obliga a todos sus miembros a replantearse sus lealtades y a enfrentarse a sus propios prejuicios.

Miren Torres, la protagonista, es una mujer de 53 años que, tras décadas de vivir en silencio, decide denunciar los abusos que ha sufrido por parte de su marido. Una decisión que no solo desafía su pasado, sino que pone en duda la imagen de familia perfecta que proyectaban. Lleva 32 años casada.  Se conocieron cuando ella tenía 18 años y se casaron tres años después. El comienzo de su relación fue muy romántica y apasionada. Pero una vez que se casaron, la vida de Miren se centró en la crianza de sus hijos. La historia comienza en la actualidad, con Miren en una comisaría de policía. Ha decidido no solo pedir el divorcio, sino también denunciar la violencia que sufrió durante todo su matrimonio, incluida la violación repetida.

Nacido en una familia acomodada, Iñigo (61 años) creció en la próspera margen derecha de la ciudad. Estudió administración de empresas y pronto encontró trabajo en una gran empresa farmacéutica, donde dirige un importante departamento comercial. Se le considera un hombre profesional y encantador. Puede tener un temperamento fuerte y explosivo, pero esto es parte de su carisma y contribuye a su aura de persona segura y confiada. Dice que ama a Miren más que a nada en el mundo. Desde su punto de vista nunca ha cruzado límites, pues “si lo hizo, siempre fue por amor y por el deseo de protegerla”.

 

El conflicto se intensifica cuando entran en juego sus hijos. Aitor, el mayor, ha idealizado a su padre desde niño, y la denuncia de su madre le provoca un profundo rechazo: aceptar la verdad significaría, para él, convertirse en cómplice. Jon, por el contrario, es más sensible y está dividido entre el deseo de ayudar a su madre y el amor que aún siente por su padre, cuya aprobación siempre ha buscado.

Ruiz de Azúa añade que la serie “interpela al espectador como si fuera un miembro más de esa familia. Se plantean preguntas de difícil respuesta y un viaje emocional intenso”. En este sentido, Querer se convierte en una especie de juicio en el que el público es el jurado, obligado a sacar sus propias conclusiones sobre lo que es o no consentimiento, sobre las dinámicas de poder en las relaciones y sobre cómo enfrentarse a la verdad cuando esta destruye la estabilidad familiar.

La serie, filmada en Bilbao, destaca por su estética gris y contenida, que refleja el tono emocional de la historia. “Esta atmósfera plomiza del norte me parecía visualmente interesante para una sociedad que contiene sus emociones”, comenta la directora. Este enfoque refuerza la tensión emocional y el aislamiento de los personajes, especialmente en las escenas familiares y los momentos de mayor intimidad.

Ruiz de Azúa eligió deliberadamente mostrar solo cuatro puntos de vista: el de la víctima, el del marido acusado y los de sus hijos. Al no incluir flashbacks ni certezas absolutas, obliga a los espectadores a juzgar por sí mismos, tal como lo harían en un tribunal. “Quería construir la tensión de la historia en el viaje del espectador. No hay certezas absolutas. Tendrán que sacar sus propias conclusiones”, comenta.

Una de las mayores fortalezas de Querer es su capacidad para abordar un tema tan sensible y complejo como el consentimiento sexual. La serie explora las zonas grises de las relaciones maritales, donde el abuso no siempre se presenta de manera física o evidente. La directora aclara que querían ir más allá del “sí significa sí” y tratar “la imposibilidad de ejercer la propia voluntad”, abriendo un debate que resulta tan incómodo como necesario.

La serie fue escrita por la directora en colaboración con Júlia de Paz y Eduard Solà, tras meses de investigación, reuniones con psicólogos, abogados, asociaciones de víctimas, lectura de denuncias y asistencia a juicios. Se ha seguido un enfoque meticuloso para identificar patrones recurrentes en historias reales, ya que estos patrones suelen revelar aspectos estructurales, sistémicos e incluso universales. La serie ha sido elaborada con rigor, tomando inspiración de varios casos reales. Todo lo que sucede o se dice en la serie ha ocurrido al menos una vez en la realidad. Aunque el caso es ficticio, está construido de manera que podría ser perfectamente real.

El debut de Querer tuvo lugar en Zinemaldia, lo que no solo resalta una propuesta con calidad cinematográfica, sino que subraya su conexión con Euskadi, donde se rodó casi toda la historia.

Con una trama cautivadora, personajes complejos y una reflexión profunda sobre el consentimiento y las dinámicas de poder dentro de una familia, no hay duda de que estamos ante la que será una de las series más relevantes del año.

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