Por Agnese Albertini
Una actriz de Star Wars ha revelado que abandonó Instagram por miedo a ser víctima de ataques racistas en la plataforma social tras ser elegida para el reparto de Star Wars: Episodio IX – El ascenso de Skywalker. Así lo ha contado Naomi Ackie, de 31 años, a The Hollywood Reporter, revelando que temía que se repitiera el desafortunado episodio protagonizado por su compañero John Boyega, que fue víctima de una avalancha de insultos tras conseguir su papel en la franquicia: «Había oído que cualquiera que fuera negro se vería envuelto en algún mierda racista. No quería que hubiera un lugar donde pudieran hacer sus comentarios».
Más tarde regresó a Instagram con la ayuda de ejecutivos de Disney, el estudio detrás de las últimas películas de Star Wars, pero pronto descubrió que su relación con la plataforma se había vuelto tóxica a medida que pasaba más y más tiempo en línea. «Con el tiempo, me di cuenta de que me desplazaba demasiado, me comparaba con otras personas y me ponía celosa, triste y deprimida. Empecé a poner cosas en mi página para llamar la atención. Intentaba ser divertida en mis historias de Instagram, o ser sexy».Finalmente, Naomi se dio cuenta de que usar la aplicación no era sano y decidió borrarla para siempre. Y añadió: «Me decía: ‘Esto es una mierda, no funciona en absoluto y no me siento bien’. Al final me di cuenta de que había llegado el momento de deshacerme de ella para siempre».
En la entrevista, reveló que también tuvo problemas con X, antes conocido como Twitter, y pasó horas recorriendo la página en busca de comentarios negativos tras el estreno de su biopic de Whitney Houston, I Wanna Dance with Somebody. Incluso después de ver las críticas positivas, seguí navegando. Era como poner mi nombre en Twitter para ver si alguien me odiaba. Hace poco, Naomi reveló que interpretar a Whitney Houston la llevó a replantearse su equilibrio entre la vida laboral y personal tras sentirse agotada y «rota» al final del rodaje.
«Perdí mucho de mí misma, y no por el arte» -dijo-. «Estaba lidiando con el hecho de sentirme bajo presión y tratando de no ser odiada por el mundo: era una persona que pensaba en la catástrofe, pensando que nunca volvería a trabajar. Eso me hizo tocar fondo y fue una llamada de atención. Un trabajo no puede significar tanto como para robarme la alegría de vivir. Me dije: ‘hay que priorizar».
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