Hace 23 años del estreno de 28 días después, la película escrita por Alex Garland y dirigida por Danny Boyle que reinventó un poco el género zombi, porque los no muertos eran una turba de infectados rabiosos y muy activos por tierras británicas. Un lustro después llegó la secuela, 28 semanas después, que dirigió Juan Carlos Fresnadillo, y en la que nos contaba qué les había pasado a unos y otros, buenos y malos, más de seis meses después del escape del virus. Casi dos décadas han tardado Garland y Boyle en encontrar la historia para regresar a este universo postapocalíptico y la respuesta estaba en el paso del tiempo… “El tiempo está en el centro y corazón de la historia”, cuenta Garland.
“Es un acercamiento totalmente diferente. Esto va de lo que ocurre cuando han pasado 28 años”, contó el director en la revista Empire. En tres décadas pueden pasar muchas cosas, pero el mundo no se ha curado. Al menos, Reino Unido sigue infectado. Garland asegura que no fue el COVID lo que le inspiró, sino el Brexit, por eso, aunque la segunda terminaba con la expansión del virus por París, aquí se ha quedado reducido de nuevo al país británico en cuarentena y aislado del resto del planeta.
La nueva película nos lleva a la pequeña comunidad de Holy Island (Lindisfarne), una diminuta y verde isla que sólo se une a la principal una vez al día. Fuertemente defendida, viven en estado de alerta y sin grandes progresos. Jamie (Aaron Taylor- Johnson), Isla (Jodie Comer) y su hijo Spike (Alfie Williams) son los primeros protagonistas que nos presentan. Alfie, de 12 años, está preparado según su padre para ir al continente y ver lo que, en realidad, ocurre en el mundo y encontrar un médico para que cure a su madre. Una especie de rito de iniciación contra zombis que será el comienzo de la acción en la que se cruzarán con infectados aburridos y hambrientos, y también con otros humanos que han sobrevivido como pueden.
Distintas formas de ver la vida en una carrera contrarreloj y que será sólo la primera película de una trilogía ya cerrada. O casi. La segunda película, 28 años después: The Bone Temple, dirigida por Nia DaCosta (Candyman), ya está rodada. Y la tercera, a la que probablemente volverá Danny Boyle tras la cámara, tendrá luz verde si esta que ahora llega a los cines da los resultados esperados en taquilla. “Es muy ambiciosa narrativamente”, asegura Garland, adelantando la escala del proyecto triple. “Danny y yo lo queríamos así. No es el tipo de películas, por su tamaño, que se suelen hacer en Gran Bretaña”.
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