"Me apetecía mucho hacer algo que, en términos de comedia, diera la sensación de que no había nadie al volante”, advierte de entrada Dani de la Orden. Y algo, o mucho, de razón tiene: porque en A muerte se detecta una cierta anarquía, un cierto caos controlado, que da alas a una comedia romántica que se fija más, que se acelera, cuando es la risa la que toma el mando. “Es una serie muy punki, y el rodaje también fue bastante punki”, admite el director barcelonés, que sigue viviendo las mieles del éxito de Casa en flames.
Justo antes de rodar la película que le ha llevado a liderar, junto a Marcel Barrena y su El 47, una versión local del Barbenheimer, rompiendo récords de público y recaudaciones de cine en catalán, De la Orden levantó esta enloquecida serie de siete capítulos que ahora estrena Apple TV+ y que comienza despistando: el protagonista, un treintañero de vida (demasiado) tranquila recibe un inesperado y terrorífico diagnóstico médico, un angiosarcoma en el corazón que le deja a las puertas de una operación con altas posibilidades de no permitirle despertar de la anestesia. Una pésima noticia que llega en el mismo momento en que su novia decide darle la patada.
Paralelamente, A muerte nos presenta a la protagonista femenina de la función, una creativa publicitaria que, a las puertas de los 40, defiende un estilo de vida que la ortodoxia definiría como inmadura: “Ella es un torrente, alguien políticamente incorrecta, caótica y, al mismo tiempo, muy inteligente y muy talentosa, pero no acaba de encontrar su anclaje en la vida”, nos explica el cineasta y creador de la serie. “Pero a mí lo que me gustaba era el contraste con alguien que es más pausado y al que le gusta su vida ordinaria y cotidiana; y, sobre todo, el motor de la trama: ella le va a enseñar a ser algo más alocado y él, a que no pasa nada por quedarse en casa un sábado noche”.
“Queríamos tener a una pareja que de entrada lo tuviera todo totalmente a la contra”, continúa De la Orden. “Son de dos mundos dispares y hay una diferencia de edad que también me mola… En términos de comedia romántica, no se lo poníamos fácil. Verónica Echegui y Joan Amargós son maravillosos. Y creo que está guay mezclar un talento más reconocible como ella con alguien como Joan, que ha hecho muchísimo teatro en Barcelona, pero no es tan conocido. Me gusta apostar por la renovación de caras”. Echegui y Amargós interpretan a Marta y a Raúl, y el primer encuentro de ambos, en un funeral (el episodio uno, Eros y tanatorio, es toda una declaración de intenciones: la muerte nos sienta tan bien), servirá de espoleta de salida para que la comedia se dispare y el romance se mantenga agazapado esperando su momento.
“Echaba de menos esas series que te arrancan una carcajada. Pero una carcajada real, porque ahora mismo se les llama comedias a cosas que realmente no son muy divertidas, son más románticas y el humor es más fino. Pero graciosas, graciosas…
Y quisimos tirar por ahí. En algún momento, quizás, nos vamos de tono y nos pasamos, pero bueno, creo que ahí está el equilibrio. Es decir, A muerte es romántica, sí, pero también es una locura”, afirma un Dani de la Orden que, no lo olvidemos, debutó tras la cámara y ha cultivado el género en Barcelona, nit d’estiu (2013) y siguió haciéndolo en Barcelona, nit d’hivern (2016), Hasta que la boda nos separe (2020) o Loco por ella (2021).
Y para muestra de la chifladura de A muerte, algunos botones: del running gag sobre el porcentaje de opciones de supervivencia de nuestro hombre a la pelea de dos embarazadas en un baby shower. De cada aparición de la pandilla de machirulos pasados de rosca que venden coches en el mismo concesionario en el que trabaja el protagonista (los seguidores del podcast La Ruina reconoceréis a Ignasi Taltavull, y los fans de Venga Monjas, a Xavi Daura) a los peligros del MDMA (Maria del Mar según un médico de urgencias aficionado al asunto) en una primera cita. De una inconveniente alergia a la nuez moscada a un par de incorrectísimas escenas con niños que activan la memoria del periodista ante aquella frase que De la Orden le soltó cuando estrenó Mamá o papá (2021): “Todos los niños son unos hijos de la gran puta en potencia”, un comentario provocador y venido arriba, pero con fondo de verdad.
“Bueno, son muy monos y tal, pero son unos demonios”, matiza ahora. “Meterles un poco de caña y hacérselo pasar mal resulta muy divertido, no me preguntes por qué, y más si le añades el elemento de la culpabilidad de los padres. Ver a niños drogados hace bastante gracia”, desvela, aunque no aclararemos el significado de tal aseveración.
En este sentido, priorizar la risa del espectador por encima de todo, A muerte cuenta con el talento en los guiones de Oriol Capel (curtido en comedias históricas como 7 vidas o Aída) y Natalia Durán (que ya trabajó con De la Orden en Loco por ella), con Oriol Pérez en la codirección y con un grupo de actores inspiradísimos. De Amargós y Echegui a Cristian Valencia, Paula Malia, Clàudia Melo, Joan Solé, Julián Villagrán, Roger Coma o, en pequeñas pero tronchantes apariciones, Leticia Dolera y Berto Romero. En un rodaje que fue casi de guerrilla y rodeado de colegas, el creador de la serie nos confiesa que dio rienda suelta a la improvisación y que, de ahí, momentos de comedia loca y alguna que otra bronca: “Recuerdo un momento en el capítulo seis, llegaron los dos actores sin el texto aprendido.
Como ya teníamos la dinámica de jugar, de probar, de improvisar, vinieron con una pachorra y me pillé un cabreo, me saqué los auriculares y los tiré. ¿Cómo vais a improvisar si no os sabéis el guion como si fuera un Ave María? Porque el texto es sagrado, y sólo podemos desacralizarlo cuando ya lo hemos bajado a tierra”.
De la Orden sonríe ante la anécdota con Joan Amargós y Cristian Valencia, que interpreta al mejor amigo del protagonista y que convierte cada una de sus apariciones en desternillantes momentos de alta comedia. El chaos reigns del proceso creativo de A muerte tiene otro momento para la memoria que implica a Emma Vilarasau.
La reconocidísima dama del teatro catalán vive su mejor momento cinematográfico gracias a Casa en flames, y, de alguna manera, su breve personaje en A muerte (encarna a la madre de Raúl) sirvió de ensayo general para la película: “Emma ya había dado el ok, pero aún no nos habíamos sentado a hablar, le pedí que estuviera en la serie y así rompíamos el hielo. Llegó cuando estábamos en la recta final y en la misma habitación rodábamos con uno de mis mejores amigos, que es Cristian, con Joan Amargós, que también es colega, con Paula Malia (Valeria), que es una gran actriz y al mismo tiempo es mi pareja. Y con Esteban Navarro, el otro Venga Monjas que es una de las personas más graciosas del planeta. Entonces había un rollo de confianza y cachondeo, y Emma se asustó un montón, pensando que si en Casa en flames se curraba así… ¡qué miedo!”, remata Dani de la Orden entre risas.