«Yo también tengo dueños», dice María a un perro. Ella es una mujer trabajadora, contratada por un servicio de asistencia a ancianos solos o personas con dificultades de movilidad. Es alegre y decidida, y está dispuesta a que su nieto desarrolle su talento como pianista, aunque para ello tenga que coger pequeñas cantidades de dinero por aquí y por allá para pagarle las clases.
María es la protagonista de la nueva película del director marsellés Robert Guédiguian, que una vez más, en Mi querida ladrona, da voz a los trabajadores, a su esclavitud dentro del sistema, y denuncia las diferencias de clase, las discriminaciones y las desigualdades que provocan. Y la interpreta, por supuesto, Ariane Ascaride, la compañera de vida y de profesión del cineasta, que reúne una vez más a la troupe con la que lleva décadas trabajando.
En esta nueva película, estrenada en el BCN Film Festival, están los veteranos Jean-Pierre Darrousin y Gérard Meylan, y con ellos intérpretes más jóvenes que ya han trabajado antes en películas de Guédiguian, como la actriz Lola Naymark o el actor Grégoire Leprince-Ringuet. También repiten el director de fotografía Pierre Milon y el guionista Serge Valletti.
«La intención de la película es contar la situación de los trabajadores, contar que también hay gente que se levanta todas las mañanas, que se van a trabajar, se pasan todo el día trabajando, vuelven… y que tienen muchos sueños incumplidos, pero son personajes dignos y sin los cuales el mundo no podría seguir funcionando. Y Guédiguian sigue contando y exportando ese tipo de historias», dice Ariane Ascaride, que defiende a su personaje por encima de todo y de la que, a pesar del título, sentencia: «No es una ladrona».
Los dueños del dinero que coge María en las casas en las que trabaja sin descanso ni siquiera se dan cuenta de ello, tienen mucho más de lo que necesitan y no lo echan en falta. «Si quisiera ser provocadora, diría que el poco dinero que ella coge es lo que debería estar ya en su sueldo», dice la actriz.
Mi querida ladrona es una película política, un retrato del mundo de hoy, donde los ancianos se quedan solos, las mujeres y hombres que ya no son jóvenes están apartados, y donde los pobres no pueden desarrollar su talento ni seguir sus sueños porque no tienen dinero. Pero la película es también una celebración de la vida, de las relaciones humanas y de la bondad.
«La bondad es fundamental, puede parecer ilusorio, pero es una forma de resistencia. Angela Davis dice que la mejor herramienta contra el fascismo es la esperanza», continúa Ascaride. «Y yo creo que el arte debe trabajar en eso, nuestro deber es hablar un poco por los demás».