Miguel Gomes, director de ‘Grand Tour’, nos habla sobre colonialismo, la geografía asiática y la audacia del cine portugués

Grand Tour

Gracias a Grand Tour, intrépida mezcla de diario de viajes, comedia y drama romántico ambientada en 1917, ganó el premio a la mejor dirección en el pasado Festival de Cannes. En sus propias palabras, al grano, sin preguntas, el director nos cuenta su nueva película. 

Novia persigue a novio

“La idea de la película surgió de un libro de Somerset Maugham, que incluye la historia de un británico que huye de su prometida a través de Asia mientras ella lo persigue para reunirse con él.

La primera mitad del metraje adopta el punto de vista de él, que viaja de Bangkok al Tíbet pasando por Vietnam, Filipinas, Japón y China; en la segunda, la vemos a ella haciendo prácticamente el mismo recorrido. La primera parte funciona casi como una comedia y la segunda es más melodramática.

Cuando leí el libro, me provocó el deseo de rodar una ficción que fuera algo parecido a un diario cinematográfico de viajes; pero, antes de escribir el guion, decidí hacer yo mismo el viaje descrito en el relato de Maugham”

Europeos en Asia

“Hay quien me dice que Grand Tour no deja su postura sobre el colonialismo suficientemente clara, pero yo creo que sus escenas contienen mucho comentario político, aunque no sea explícito; siempre es mejor dejar que el espectador piense por sí mismo en lugar de darle sermones.

También hay quienes asumen que la película defiende las mismas opiniones que sus personajes expresan, y no lo entiendo, porque la ficción siempre se ha basado en el choque entre personajes cuyas actitudes y acciones pueden ser cuestionables a niveles ético, social o político; y eso parece haberse olvidado en los últimos tiempos, que no toleran la ambigüedad y la sutileza. Yo soy un artista europeo que viajo a todos esos países para rodar y no veo que eso sea un problema, no creo que haga falta ser vietnamita para filmar en Vietnam. El mundo posee una belleza extraordinaria, y nadie tiene la exclusividad a la hora de capturarla con una cámara para compartirla”.

Cine fuera del tiempo

“La película está llena de anacronismos, en sus escenas aparecen teléfonos móviles y coches modernos pese a transcurrir a principios del siglo pasado. Muchos cineastas pensarían que algo así impide al espectador implicarse en la historia, pero yo discrepo: al sentarse frente a una película, el espectador asume que se está adentrando en un mundo distinto, en el que imperan reglas diferentes; es lo que yo llamo el pacto de la ficción.

En ese sentido, puede decirse que Grand Tour es una película sobre la fe: la excesiva fe de una mujer herida en su prometido, la falta de fe de un hombre asustado en su relación con su novia y la fe que el espectador necesita para entrar en el mundo artificial y absurdo que yo les presento. Siempre me ha gustado experimentar con la narración, eso es parte de mi identidad como cineasta portugués. En mi país no hay una verdadera industria, no hay dinero y los cineastas tenemos más libertad porque nuestro trabajo no genera expectativas. Por eso, nuestro cine es tan personal y tan peculiar”.

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